Por Sebastián Robles
Quienes hayan pasado por las aulas de Casa de Letras en los últimos años seguramente conozcan a Sirarpi Himitian, egresada de los programas formativos en escritura narrativa, narración oral y en la especialización en literatura infantil y juvenil. Sirarpi es, además, docente y bibliotecaria. El año pasado publicó La mariposa roja y otros cuentos, un libro de literatura infantil y juvenil.
“Al escribirlo realmente no pensaba si era para un lector o espectador”, sostiene Sirarpi, para quien la narración oral se transformó en sostén de su literatura, e incluso va más allá: “cuando leo en voz alta mis cuentos, trato de hacerlo como narradora oral”. Esta vocación nace seguramente de sus orígenes: “Cuando era pequeña no había televisión. Mi mayor placer era ir al taller de composturas de calzado de mi abuelo y pedirle, mientras él trabajaba, que me contara cuentos. Algunos reales y otros inventados al momento. Quedé muy marcada por esas historias”.
En la solapa del libro, cuya tapa está ilustrada con una fotografía de la ciudad de Haifa, Palestina (actualmente Israel), donde Sirarpi nació y vivió hasta los cinco años, la autora reivindica como sus mejores maestros a sus hijos, nietos y alumnos de tantos años, que la ayudaron a ver las cosas con “ojos de niño”. Al respecto, nos cuenta: “Desde los 18 años trabajé como docente de área primaria. Y ya de grande estudié y me gradué como bibliotecaria escolar y profesional. Los últimos doce años trabajé en esto en escuelas municipales. Les leía cuentos a alumnos de todos los grados. Ahí me di cuenta que necesitaba capacitarme más en la narración oral. A veces me han convocado como cuentacuentos en escuelas de colegas docentes o conocidos. También en una Feria del Libro.”
“Casi todas las historias tienen un germen narrativo real. Para darles más emoción, color o apelar a la imaginación e interés del lector trato de agregarles algo de ficción”, afirma la escritora, que desde el año 2003 es además columnista del periódico barrial Trascartón.
A la hora de arriesgar los motivos que impulsan su escritura, Sirarpi no tiene dudas “yo escribo simplemente para recordar historias vividas. Tal como figura en la página 7 del libro: recordar viene del latín recordari, formado de re (de nuevo) y cordis (corazón). Significa `volver a pasar por el corazón´. Es decir, escribo para eternizar historias. Para demostrarles a los niños que los objetos `hablan´, y promover en ellos la sensibilidad que hay en las situaciones cotidianas.”