Por Sebastián Robles
El año pasado, un jurado integrado por Elsa Drucaroff, Selva Almada y Gustavo Nielsen decidió premiar con una mención a la escritora Élida Saidler, alumna de Casa de Letras, en el concurso organizado por el Fondo Nacional de las Artes. Conversamos con ella acerca de La resistencia de los árboles, el libro de cuentos que mereció la distinción.
¿Cómo fue el proceso de escritura del libro?
La resistencia de los árboles se formó de a poco. El germen de la escritura fue variado y en algunos casos las primeras versiones y las últimas son distantes entre sí, tanto en tiempo como en la narrativa. El cuento “La resistencia de los árboles” nació a partir del relato de un compañero en el taller de Alicia Steimberg sobre la inundación de la vieja Federación en Entre Ríos. Narra la inundación de una ciudad por la construcción de un dique, según el punto de vista de una nena que se está haciendo adolescente. “La luz del amanecer” lo escribí según una consigna de Jose Brindisi en Casa de Letras: escribir un cuento donde parece que no pasa nada. Es una escena: la enfermera baña al paciente terminal en una sala de hospital. Este cuento ganó el segundo premio del Concurso Avon en 2008. Otro surgió de un hecho: la tala de árboles en el barrio en que vivo por la construcción de edificios en El Paraíso. También de imágenes: un hombre viviendo en un banco de arena, y una foto que había sacado mi papá del río como disparador de “En la mitad del río”. De la leyenda del Castillo de los Bichos en Campana y la vía en Villa del Parque para la escritura de “Angel”. A veces partí de un cuento infantil, que después quedó como ingrediente dentro de un cuento sobre la identidad en “Bahía de los vientos”, o de mi recuerdo de una paciente muy anciana que no hablaba y de la que nunca tuvimos datos ciertos, que yo atendí siendo médica residente en el Hospital Ramos Mejía, como gatillo de “Caracola”. Quiero agradecer a mis docentes de Casa de Letras, en especial a José Brindisi y a Leopoldo Brizuela, que me guiaron, enseñaron y sostuvieron durante el proceso de creación del libro.
¿Qué tienen estos cuentos en común?
Con el tiempo me di cuenta de que los cuentos tienen en común la resistencia. La resistencia a que un pueblo desaparezca, la resistencia de la memoria, del derecho a la identidad y la forma de amor que se elija, la resistencia a los cambios que no parecen mejorar nuestra calidad de vida. Por eso y no sólo porque sea el cuento largo, conservé el nombre La resistencia de los árboles para el libro.
¿Qué te impulsó a mandar el libro al concurso?
Decidí presentarlo al Concurso del Fondo Nacional de las Artes porque concursar tiene implícito una lectura por parte de escritores con oficio más que muy reconocido. Pienso que no ser elegido no implica necesariamente una valoración absoluta de calidad ( si no me eligen no escribo bien) pero que ser elegido marca que algo de lo que uno escribió fue considerado interesante por lectores con muchísima experiencia. También porque uno cree que después de haber pasado el tamiz de un jurado de renombre el libro va a ser recibido con más interés por las editoriales para ser publicado. En mi caso por ahora no se viene cumpliendo esta última. El libro no ha sido publicado aún pero tengo la esperanza de que lo será. No es fácil pero tampoco imposible.