I
A fines del año pasado fui a la presentación del libro Electricidad de Facundo R. Soto, Ediciones VOX, 2013, que se hizo en el Centro Cultural Matienzo.
“Lo llamé por teléfono excitado y drogado. Me colgó. Me desnudé. Conocí un pez en una pelona. El pez se movía entre mis dedos. Me miró. Lo miré y corrí a contárselo. Me explicó lo que era una pelona: una pelona es una isla de arena que hoy está y mañana se la lleva el viento”. Una parte de Electricidad: la poesía que abre y da nombre al libro, y a la vez, representa un hit.
La primera vez que la escuché, hace algunos años, fue en la última clase de un taller literario. Después empezaron las vacaciones de verano y escribí mis propias poesías recordando ese tono, esa repetición.
Los versos de Electricidad circulan desde aquel momento en las numerosas lecturas a las que convocan a Facu, en una sala del piso de arriba de La Libre, en presentaciones realizadas en Casa de Letras, en videos grabados en el living de su casa, o en el escenario de diferentes ciclos de lectura, Facu, rodeado de conectores eléctricos y cubierto por una boa de luces, lo recita como una invocación al amor.
Una poesía de amor gay que sobre el final dice “Nos dijimos que no nos íbamos a ver más, y acá estamos, pensando que uno se va a morir primero que el otro. Y acá estamos, pensando en quién se va a morir primero”. Una poesía donde el lenguaje te toca. Te da electricidad. Explora la idea del amor y la amistad desde lo gay y lo no convencional, lejos de lo que llamarían algo clásico. Facu escribe con ciertos principios acerca de la literatura y del arte, que en lo personal, me brindaron libertad para seguir creando, y recursos para incorporar a mis propios textos y forma de ver las cosas.
Como dijo Cucurto en la presentación “cuánto me gustaría ser como Facu Soto, que escribe con rapidez y frescura y tiene el alma llena de adolescencia y bondad”. Es una suerte que Gustavo Darío López, de Ediciones VOX, lo haya publicado como un libro objeto. Ilustrado por Gastón Olmos, con Carlos Mux y Amilcar P. Gutierrez en el diseño, maquetación y serigrafía sobre cartulina dorada de tapa.
II
Lo que más me llamó la atención fue el uso y combinación de determinado lenguaje. Palabras como clorofila, estrellitas, telepatía, zanahorias, se presentan como hallazgos y ofrecen una estética colorida, plástica, cibernética, estelar. A la vez, desmitifica imágenes. La cerveza, que puede parecer pis, hace ver todo pixelado y comunica el amor y la amistad de manera brillante.
Con otras poesías que leyó Facu sentí nostalgia, soledad, miedo. Pero todo el tiempo tuve la sensación de que más allá del dolor, nos queda la alegría del lenguaje: la música, las series de TV, la literatura, el arte, la naturaleza, la tecnología de batidoras y heladeras, “La luz de un huevo frito” aparecen como destellos capaces de conectar con uno mismo y con el otro. Desde Carver, Cheever y Manuel Puig, a Six Feet Under, El David de Miguel Ángel, Batman, Ataque 77, o el Bolero de Ravel.
Algunas cosas que quería compartir con ustedes acerca de la presentación de Electricidad. Y como todo tiene que ver con todo, les dejo un abrazo y este tema del año 1965: Todos necesitamos a alguien a quien amar.