Mario Catelli es autor varios libros infantiles, de novela juvenil, de la novela El heredero, Premio Bruguera 2009, guionista y saxofonista. Es docente de Novela I y de dos seminarios de Jazz y Literatura en la Escuela de Escritura de Barcelona. Dictará en Casa de Letras el taller El jazz del perseguidor. Ritmo y forma en el jazz y en Cortázar. Escribir “a tempo” de jazz, en dos encuentros que se llevarán a cabo el miércoles 1º de octubre de 18 a 22 hs. y el viernes 3 de octubre de 16 a 20 hs. Conversamos con él al respecto.
Más allá de que Johnny Carter sea una suerte de encarnación literaria de Charlie Parker, ¿de qué maneras se presenta el jazz en “El perseguidor”?
El perseguidor está atravesado por algunas cuestiones que forman parte intrínseca de la estética y la concepción jazzística de “narración”. Me referiré las dos fundamentales. Quizá la más evidente es la cuestión del tiempo. Hay, en el relato, un contrapunto de dos tiempos, el tiempo real, el tiempo humano que encarna Bruno, y el “tiempo fuera del tiempo” que encarna Johnny. A su vez, mientras Bruno encarna la necesidad de relatar con un orden “humano y comprensible” la existencia del genio de Johnny, el objeto de su relato se disuelve, se pierde, se muestra inasible. Bruno se revela incapaz de liberarse de la tiranía de las palabras y del tiempo real. Johnny vive en el tiempo (y el espacio) de la música, de la improvisacióny casi llega a compadecer a Bruno: “Tú no haces más que contar el tiempo”, le dice, “el primero, el dos, el tres, el veintiuno. A todo le pones un número tú”. Y en El perseguidor, el jazz aparece en cada frase de texto de Johnny. Son frases “bop”, en su filosofía y en su forma. Cortázar ejercita, en los textos de Johnny, lo que los músicos llamamos “fraseo”. Y desde el punto de vista de lo que podrímos llamar “geografía” del cuento, el jazz lo es todo: ambientes, galería de personajes, historias, pasados, formas de hablar, de conducirse, de percibirse unos otros, todos, menos Bruno… El tiempo de “El perseguidor” no es tiempo, sino “tempo”.
¿Esta influencia está presente también en otras obras del autor?
Si. En los cuentos anteriores a éste, es una influencia menor o inexistente, más relacionada a “la invención”, la idea, que a la forma o la estructura. A partir de “El perseguidor“, el jazz, su discurso, su manera de construir, de “frasear”, de instalar una percepción del tiempo fuera del tiempo, aparece en “Los buenos servicios”, “La autopista del sur”, en “Las babas del diablo” (magistralmente trasladado al cine por Michelangelo Antonioni), y también en Rayuela. Lo evidente son las infinitas referencias al jazz y a sus músicos, pero de los relatos de Bestiario, a “El perseguidor”, es evidente cambian los objetos, cambia el tejido de las palabras, y parece que Cortázar tuviera mucho más en cuenta el sonido.
¿Puede asimilarse la experimentación de Cortázar con las letras a la de un músico de jazz?
Si. No olvidemos que Cortázar estudió música, trompeta y que conoció lo básico de la estructura jazzistica y de la improvisación. Es importante saber que la improvisación está sujeta a decenas de reglas y condiciones, como las que, por ejemplo, se imponían Queneau o Perec. Cortázar utilizó el jazz y algunas de sus reglas como condiciones creativas y discursivas. A partir del “El perseguidor” se despreocupa de “el invento” del cuento, y ahonda en el lenguaje, el sonido, en las voces que narran pensadas casi como instrumentos: los personajes de Cortázar tienen “timbre”. Pero donde más puede acercarse Cortázar al jazz, es en que consigue “producir temporalidad” (como en “El perseguidor”, “Ahí pero donde como”, “Las babas del diablo”, “La vuelta al piano de Thelonius Monk”…). El cuento se despliega en el tiempo y el espacio, y Cortázar consigue que Bruno y Johnny vivan y expresen dos temporalidades diferentes. Lo “jazzístico” es que Bruno habla, y Johnny frasea.
¿A quiénes está dirigido el taller? ¿Cómo será la metodología de trabajo?
El taller está dirigido a todos los que ejerciten la escritura. A todos los lectores interesados en Cortázar, a quienes lo hayan leído o lo estén leyendo ahora. A quienes amen el jazz y la literatura. A través de Cortázar y “El perseguidor”, buscaremos vínculos entre ambos leguajes. Y especialmente a quienes estén buscando dar una forma personal a sus propios textos.
La metodología es simple. Una parte teórica, en la que es imprescindible conocer (como conoció Cortázar) el origen del jazz y su evolución durante tres décadas: desde Louis Armstrong, a Bessie Smith, Charlie Parker y Thelonius Monk. Conoceremos los modos musicales que Cortázar volcó en sus cuentos, y como los modos de tocar de Charlie Parker y Thelonius Monk influyeron directamente en la manera de tejer las líneas de sus historias, la elección de las palabras, o la alternancia de tensiones, a la manera de un solista de jazz. Escucharemos ciertas piezas en profundidad y recorreremos sus correspondencias con la escritura: ¿hay melodía, fraseo, improvisación, “notas clave”, contratiempos, en los textos de Cortázar?
En el terreno práctico, en el taller se producirán textos que permitan experimentar todas estas ideas constructivas, a partir de consignas simples. Simplemente queremos eperimentar como llegar a las palabras a través de la música.