Por Blanca Herrera
La narradora colombiana Carolina Rueda estará de visita en Buenos Aires, invitada por el Festival Internacional de Narración Oral Palabras más, palabras menos, que dirige Claudio Pansera.
Ofrecerá en Casa de Letras su taller intensivo: Laboratorio de textos, en que abordará en dos encuentros de tres horas la adaptación y práctica escénica de textos literarios.
La entrevistamos sobre su oficio de cuentera y sobre el propósito del taller mencionado.
Tu vocación de cuentera y viajera te trae en breve a Buenos Aires. ¿Cómo inciden tus viajes y el intercambio cultural y artístico que suponen en tu oficio?
Yo creo que gran parte de mi estilo y calidad como narradora los ha consolidado mi vida errante. He tenido que aprender a escuchar acentos, a distinguir palabras y usos, a desarrollar una capacidad de adaptación y traducción de los textos en busca de un lenguaje universal que no pierda el color local de los relatos, pero que tampoco se cierre a la comprensión de los otros por excesivo localismo. Las vivencias que te dan los viajes, los ojos que te instalas en la cara para encontrarte con lo distinto también te marcan como narradora, te enseñan a ver y callar, a no juzgar, a mantener tu ser interno siendo en sí mismo independiente de la movilidad de la geografía y las personas. Es un mirarte y escucharte día a día tratando de conservar y a la vez adaptar y aceptar una vida en la que -como decía Heráclito- no te bañas dos veces en la misma agua, pero -como dirían los africanos- el río no deja de ser el río.
¿Cómo suele ser el encuentro con los cuentos que deseás contar? ¿Es la lectura tu modo habitual de descubrimiento de repertorio? ¿Son los cuentos que escuchás a otros narradores? ¿Es tu propia memoria una fuente habitual de relatos?
En general me llegan por cualquiera de los tres caminos que preguntas. Soy lectora, hay cuentos que encuentro a la primera y otros que renacen en mí de memoria tiempo después de haberlos leído, vivido y encontrado; y ahí regreso al lugar de origen y empiezo el tejido de narrarlos, creo que tiene que ver con el interés y las vivencias de cada época, que te van acentuando temas e intereses que también evolucionan con vos; y aparte de eso está el cuento que forma parte del repertorio y de repente se baja de actualidad, y años después regresa con nuevas noticias, con nuevos aires, con nuevos secretos para explorar.
¿Podrías contarnos algo sobre tu trabajo con los cuentos? ¿Cómo atravesás el proceso de adaptación de un texto literario a la oralidad? ¿Utilizás la escritura como método o buscás la adaptación a través de la propia oralidad? ¿Cuánto tiempo “trabaja” un cuento dentro tuyo hasta que lo llevás a la escena?
Todo es variable, no hay fórmulas. Cada cuento tiene su proceso; a algunos autores los abandono apenas termino de leerlos porque tengo que dejar que la historia se siente en mi narradora interior, que encuentre en mí su voz, siempre persigo el aliento del autor pero claro, hay alientos que son tan poderosos que evito abusar del repaso para que no se me apabulle ni la escucha que tengo sobre el narrador original ni mi narradora buscando sus caminos para narrar el relato y repetir el acto de encantamiento del que fui “víctima” por el narrador original.
Presentás el taller que estarás coordinando en Casa de Letras como Laboratorio de textos. ¿Cuáles son los ejes en los que centrarás tu trabajo con los alumnos? ¿Cuáles son los aspectos esenciales que desearías dejarles a partir de tu propia experiencia?
El tema del laboratorio de textos tiene que ver -sobre todo- con trabajar textos que no tienes atrapados, que escapan de vos, que a trabajar con un texto literario.
Se trata de poner en común problemas que tienes, y desde ahí construir conocimiento en grupo. Los participantes deberán pensar qué cuento han querido contar y no han logrado contar, qué cuento querrían y no saben cómo. Es por ahí el camino de desatasco con el repertorio, y en ese sentido los textos, porque generas con ellos una relación muy propia que a veces es difícil de dilucidar y cuando estás encelado en contarlos a veces, ellos, los cuentos se ponen así como remilgosos, y esa característica puede ser desde enternecedora hasta enloquecedora, enseñar a desatorar los textos o más bien, a practicar su abordaje, la aproximación a la historia, es el objetivo del laboratorio.
Más información sobre Laboratorio de textos