Por Sebastián Robles
Con la participación de Ariel Bermani, Julián López y Selva Almada se presenta hoy a las 21 hs. en Espacio Enjambre (Acuña de Figueroa 1656, C.A.B.A.) Chuan, la primera novela de Luciana Czudnowski, que acaba de ser publicada por la Editorial Conejos. Escrita en primera persona y con capítulos breves y concisos, la novela relata el amor de la narradora, una chica que está ingresando en la adolescencia, por Chuan, un supermercadista chino, que se transforma en una obsesión. Conversamos al respecto con su autora.
En Chuan hay un trabajo muy minucioso con la voz narradora, que sobrevuela todo el relato. ¿Cómo fue ese trabajo? ¿Qué apareció primero: la voz o la historia?
Primero que nada surgió la voz. Estaba escribiendo un cuento en el que la protagonista recordaba un detalle simple, casi insignificante para la historia que quería contar: la mano del almacenero chino agarrando las galletitas de la lata con una bolsa y dándola vuelta después para hacerle el nudo. Esa imagen fue el disparador de todo el resto. Cuando apareció, también surgió la manera fascinada de describir ese gesto. Esa fascinación, para mí, tiene que ver con la voz de la protagonista. Una vez que apareció, se impuso y me fue guiando en la escritura de la historia. El cuento que mencioné antes nunca lo terminé, solo sirvió para llegar a la imagen de la lata de galletitas.
¿Es legítimo considerar “Chuan” como una novela de iniciación? ¿Cómo la ves vos?
Creo que sí porque la protagonista es una nena que cumple 11 años y está entrando de a poco en la adolescencia, un terreno lleno de cosas que todavía no entiende o le cuesta entender. Por eso tal vez aparece la mirada extrañada sobre cuestiones que a los adultos les parecen obvias pero que en la mirada de un chico no lo son. Además, la protagonista aprende mucho a lo largo del texto. Y todo el tiempo está haciendo cosas nuevas, que nunca antes había hecho, como irse de su casa sin saber qué va a encontrar. La curiosidad es su motor constante.
Chuan, y el gremio de los supermercadistas chinos en general, aparecen como una especie de “otro” cotidiano con el que la narradora se vincula afectivamente (ya sea a través del amor idealizado, en el caso de Chuan, como a través del rechazo hacia Li, su mujer). ¿Qué es lo que “ve” la narradora en Chuan, según tu mirada de autora?
Es difícil responder a esa pregunta. Como autora me gusta no tener tan claro qué es lo que la narradora ve en Chuan (si no, creo que no hubiera escrito la novela). Me interesa más pensar a Chuan como generador de todas las acciones de ella, que siga existiendo ese misterio de por qué la narradora lo elige a él. Desde ya que, como decís, ella se vincula cotidianamente con ese “otro”, pero me cuesta pensar qué representa. Sí creo que al estar ausente, ese otro cobra más fuerza.
¿Qué escritores leés y cuáles fueron tus referentes a la hora de escribir la novela?
Leo muchos escritores y muy variados; sobre todo, autores argentinos y norteamericanos. Argentinos: Roberto Arlt, Juan José Saer, Manuel Puig, Isidoro Blaisten, Eduardo Muslip, Rafael Pinedo, entre tantos otros. Norteamericanos: William Faulkner, William Goyen, Flannery O´Connor, J.D Salinger, Lorrie Moore, Stephen King, J. K Toole. Un libro que me marcó muchísimo para la escritura de Chuan fue La asesina de Lady Di, de Alejandro López. Lo leí hace más de 10 años. En ese momento fue como descubrir que se podía hacer humor en la literatura, y eso fue muy valioso. También leí Con distinta piel, de Dylan Thomas y releí Las penas del joven Werther, de Goethe.
¿En qué estás trabajando ahora?
Ahora estoy terminando un nuevo libro de cuentos.