El viernes 3 de junio a las 18 hs. comienza en Casa de Letras el curso breve “Sociología y literatura”, a cargo de Hernán Vanoli. El curso se orienta a brindar una serie de herramientas y de conceptos teóricos básicos para pensar la dimensión social del hecho literario. A través de una lectura cruzada de breves selecciones de textos teóricos, de ensayos y de ficciones, se revisará y discutirá la relación que existe entre la cultura literaria, la labor del escritor y las formas sociales que estructuran el gusto y las apreciaciones críticas.
Hernán Vanoli es sociólogo y escritor, autor de Varadero y Habana maravillosa, Pinamar, Las mellizas del bardo y Cataratas. Dirige, junto con Lolita Copacabana, el sello editorial Momofuku y es editor general de la revista Crisis. Conversamos con él acerca de algunos de los temas que propone el programa del curso.
¿Qué diferencias y qué similitudes encontrás entre el campo literario argentino de hoy y el de los años noventa?
Las diferencias son muchísimas, y por eso creo que siempre es bueno historizar, preguntarnos de dónde venimos, que tensiones producen las condiciones en las que escribimos y con qué debates cargamos. Los años noventas son muy particulares porque tienen diferentes etapas, y también porque junto con una modernización del campo literario se produce el fenómeno de la transnacionalización de las editoriales. Podría decirse que en los noventas se organizan alrededor de ciertas tensiones y de ciertas zonas grises entre lo que se piensa como “la academia” y lo que se piensa como “el mercado”. En ambos lugares uno de los ejes fundamentales es el lugar que tiene que asumir la literatura ante la “industria cultural”. Hoy la idea de “industria cultural”, como así también la de “mainstream”, es totalmente diferente. El de los noventas, además, es un sistema más rígido, pero al mismo tiempo la poesía muestra muchas prácticas que podrían considerarse emergentes, y que en cierta forma anuncian modos de circulación y de lectura que más adelante, con la masificación de internet, van a ser dominantes. Por eso los noventas en un punto forman parte ya de un pasado remoto, pero el mismo tiempo configuraron muchas de las categorías de lectura que se siguen aplicando hoy.
¿Cómo debería situarse, en tu opinión, la literatura frente al poder?
En primer lugar habría que definir cómo se piensa el poder. Históricamente se lo pensó como un bloque. De un lado el poder, por lo general encarnado en un Estado represivo, aliado a un mercado también bastante macizo, ambos asociados en ciertas “políticas de la lengua”. Otra vez, creo que las condiciones históricas cambiaron. Y estos cambios hacen que la pregunta por la literatura frente al poder sea hoy la pregunta por la cultura, por cómo funciona la cultura hoy, y la ficción, las escrituras de ficción dentro del sistema de la cultura. Creo que la literatura tiene la capacidad de contar el otro lado de las cosas, de explorar el lado b de las cosas que cuenta el poder o que el poder quiere hacernos creer que son importantes. Y principalmente de inventar maneras nuevas de contarlas.
¿Qué es o qué debería ser hoy en día, a tu juicio, un “escritor maldito”?
La figura del escritor maldito “solo contra todos” es una figura paradójica. Por un lado, fue fundamental, junto con la del escritor profesional, para consolidar la autonomía del campo literario. El maldito era un tipo que se movía en las fronteras del campo, pero por eso ayudaba a reforzarlas. Los escandaletes propiciados por los malditos, además, eran un insumo valioso para la prensa. Hoy quizás la figura del maldito entendida en los términos en la que siempre la pensamos está en declive, pero lo mismo le pasa a la figura del intelectual, que también tenía una sociedad secreta con el maldito. ¿Hay algún “escritor maldito” hoy? Lo dudo. En primer lugar porque el estilo de vida bohemio asociado a los malditos ya es un poco decadente. En segundo lugar porque el maldito se enfrentaba a las certezas sociales, y hoy esas certezas están horadadas, y lo que abunda es la confusión. Sin embargo, creo que pensar las certezas contra las cuales se posicionaban los malditos es muy útil para pensar las condiciones actuales. ¿Tenían razón? ¿Tiene sentido hoy lo que decían?
¿Cómo será la metodología de trabajo en clase? ¿A quiénes está dirigido el curso?
El curso está dirigido a aquellos que vivan la escritura y la lectura con cierta intensidad. No requiere de ningún conocimiento previo y su propósito es el de brindar herramientas para identificar ciertos debates y para pensar las condiciones en las cuales escribimos y leemos. Son herramientas de sociología literaria en en sentido de que intentan pensar no sólo lo que se dice o lo que se escribe, sino también lo que se hace y la historia de lo que se hace en relación con los medios disponibles para hacerlo, con cierta mirada a contracorriente. Por eso, además de breves textos de teóricos como Hal Foster o Boris Groys se van a leer cuentos de Borges o de Fogwill, o ensayos de Ricardo Piglia, o interpretaciones de la obra de Puig. Las clases van, por un lado, a intentar sintetizar las herramientas, y luego a abrir una conversación sobre las mismas.
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