Por Robert Louis Stevenson
”El payaso más tonto cuenta, o trata de contar, una historia de la misma manera que el crío más enfermizo emplea su inventiva para jugar. Y del mismo modo que un adulto imaginativo, al unirse al juego, lo enriquece con un sinfín de circunstancias deliciosas, un buen escritor de ficción nos mostrará la consumación y la apoteosis de los sueños que todo hombre tiene cuando está despierto. Sus historias pueden alimentarse con las realidades de la vida, pero su rasgo distintivo es satisfacer los anhelos sin nombre del lector y obedecer a las leyes ideales de la ensoñación.
“La cosa adecuada tiene que caer en el lugar adecuado; la cosa adecuada ha de seguir adelante: y no solo deben los personajes hablar como procede y pensar con naturalidad, sino que todas las circunstancias de un relato se replican unas a otras, como hacen las notas en música. Los hilos de una historia se unen de cuando en cuando, conformando una escena sobre la malla; los personajes van adquiriendo una actitud u otra hacia su prójimo o hacia la naturaleza, y esto confiere a la historia el carácter de una ilustración, quedando para siempre impreso en el ojo de la mente. Hay otras cosas que podemos olvidar: podemos olvidar las palabras, aunque sean bellas; podemos olvidar el comentario del autor, aunque tal vez fuera ingenioso y cierto; pero estas escenas que hicieron época, Aquiles gritando a los troyanos, Ulises tensando el arco, el cristiano huyendo a la carrera, Hamlet dialogando con la calavera etc. Que pusieron la marca definitiva de la verosimilitud en una historia y colmaron, de un golpe, nuestra capacidad de placer compartido, quedaron interiorizadas en lo más profundo de nuestra mente hasta tal punto que el tiempo ni las mareas podrán borrar ni debilitar la impresión que causaron.
“Esta es, por tanto, la parte plástica de la literatura: encarnar un carácter, pensamiento o emoción en un acto o actitud que tendrá una fuerza indeleble en el ojo de la mente. Esto es lo más elevado y lo más difícil que se puede hacer con las palabras, lo que una vez conseguido, deleita por igual al escolar y al sabio y constituye, por derecho propio, la cualidad de la época y hace de la literatura algo más que literatura, ya es arte.”
Fuente: Stevenson, Robert Louis, Escribir. Ensayos sobre literatura, Páginas de espuma, Madrid, 2013.