1. El germen de una idea. Para la autora de Pequeños cuentos misóginos, La celda de cristal, El cuchillo o Mar de fondo el origen de una novela de intriga puede estar en cualquier hecho cotidiano del que podemos ser testigos. Por ejemplo, ver cómo un señor de aspecto respetable entra en una verdulería y se apropia indebidamente de una pera. O puede estar en una secuencia de acción pensada inesperadamente, como la de esos dos desconocidos que se encuentran en un tren y planean el crimen perfecto para deshacerse de sus respectivos enemigos. Highsmith pertenece evidentemente a este segundo grupo.
2. El comienzo de la narración. El ambiente externo que rodea físicamente al escritor es fundamental para el buen desarrollo de la novela y para alcanzar un pulso narrativo adecuado. Por eso, Highsmith, que odiaba el ruido porque le daba miedo, comenzó a escribir una de sus más inquietantes historias, Mar de fondo, cuando unos chiquillos se colaron por la escalera de incendios de su modesto primer piso en Manhattan y husmearon en sus cajas de libros aún sin desembalar. Los quinceañeros se enzarzaron después en una batalla campal allí al lado. La maestra del suspense, airada y con el corazón que se le salía por la boca, esperó a que los críos se marcharan porque no era capaz de llamarles la atención. Poco tiempo después, este suceso le sirvió de inspiración para su relato Los bárbaros, la historia de un arquitecto agobiado por el ruido que forman todos los fines de semanas grupos de jóvenes bajo su ventana mientras juegan al fútbol.
3. El encanto del relato breve de suspense. A diferencia de las posibilidades de la novela de intriga, Highsmith ensalza el poder del relato porque el más tenue de los hechos cotidianos puede conformar la historia perfecta. Tanto es así que puede tener una sola escena y transcurrir en unos cinco minutos. Qué pasa, por ejemplo, cuando la lluvia borra unas importantes huellas dactilares de una copa de cóctel dejada abandonada en la terraza. Pongan la imaginación a funcionar.
4. La maduración de una historia. A Highsmith las historias largas le tardaban en madurar de seis semanas a tres años entre el germen de la narración y la preparación detallada del argumento. Para ello, “la idea tiene que ampliarse con personajes, con un marco, con un ambiente”, cuenta en su libro de consejos impagables. Y añade que es fundamental “vivir” con los personajes antes de comenzar a escribir una sola línea, para que la historia no parezca impostada, para que todo huela a verdadero. Para “espesar” el argumento, como lo denomina la reina incuestionable del suspense, es imprescindible “crearle complicaciones al héroe o quizás a sus enemigos”. En este momento concreto, los acontecimientos inesperados surten un efecto ideal en la trama.
5. ¿Dónde colocar el clímax? Ese momento determinante de cualquier historia de suspense (o momentos) que determina el desarrollo final de una trama es fundamental, aunque Highsmith no está segura de que todas las novelas deban contar con él de manera obligatoria. La creadora de Mr. Ripley aconseja al escritor principiante que trace un bosquejo del libro capítulo por capítulo para evitar divagaciones indeseadas y del mismo modo le ayude a ver cómo avanza la narración por los derroteros adecuados.
6. El ritmo adecuado. Ello dependerá mucho del carácter del autor y lo mejor, según Highsmith, es no pensar demasiado en él. Lo que también puede llamarse “estilo” debe ser algo “natural y espontáneo”. Aconseja que el escritor distribuya los acontecimientos del relato de la forma más entretenida posible y el ritmo adecuado de la prosa surgirá por sí solo, ya sea “lento, rápido o mitad y mitad”.
7. La sorpresa como arpón de enganche, pero sin excederse. Highsmith vislumbraba hasta tres cuartas partes de lo que iba a ser su futura novela, incluso veía el final de la historia, pero no la que se ubica en la tercera cuarta parte, que dejaba al albur de acontecimientos diversos porque lo veía “borroso”. Sabe que su forma de escribir volvería loco a un lector “lógico”, pero cree que es ahí cuando surge la actuación “ilógica” de un personaje que quiebra el ritmo “lógico” de la trama. Pero advierte a los aventajados alumnos: “Limitarse a sorprender y conmocionar al lector, sobre todo a expensas de la lógica, es un truco barato”. Y aconseja que se estire al máximo la credulidad del lector, su sentido de la lógica, pero sin romperla. He aquí el misterio para escribir algo “nuevo, sorprendente y entretenido”.
8. La trascendencia de la primera página. Highsmith alerta de la importancia de que estas primeras 30 líneas puedan servir al lector para entrar de lleno en la novela completa o, por el contrario abandonarla sin compasión. A ella le gustan personalmente que las primeras frases de sus novelas contengan algo de acción, que lleven la esencia concentrada de lo que puede ser el resto del libro.
9. Sortear las dificultades. Cualquier escritor puede encontrarse con ellas. “Uno se siente atrapado, con las manos atadas, el cerebro amordazado, los personajes paralizados, la historia moribunda antes de quedar terminada”, describe Highsmith. La reina del suspense cree que se resuelve con una simple pregunta: “¿Qué quiero que suceda?”. Basta a continuación con disponerlo todo para que lo deseado por el escritor pueda ocurrir finalmente.
10. La sensación de gozo. Highsmith no quería dejar pasar por alto algo que ella considera fundamental tanto para el escritor como para la historia que cuenta: gozar. La individualidad que reina en el placer de la escritura no puede describirse con palabras y se hace muy difícil transmitirlo a otra persona. Por tanto, experimenten en primera persona este placer… si se atreven.
Fuente: Natalio Blanco en Revista Esquire