1. Actividades en grupo. “No hay nada en el mundo que desprecie más que las actividades en grupo, ese baño comunal en el que lo peludo y lo resbaladizo se mezclan en una multiplicación de mediocridad” (hablando de cómo habría sido un tirano si se hubiese decidido a dirigir una película, exaltando lo individual, en la introducción de ‘Lolita: Un guión’).
2. Finales felices. “Algunas personas, y yo soy una de ellas, odian los finales felices. Nos sentimos engañados. El daño es la norma”. (‘Pnin’)
3. Psicoanálisis. “No puedo concebir cómo alguien en su sano juicio podría ir a un psicoanalista”. (Entrevista en la revista LIFE, 1964).
4. Totalitarismo. “Es difícil, lo admito, detestar el derramamiento de sangre, guerra incluida, más que yo, pero es todavía más difícil superar mi odio por la naturaleza de los estados totalitarios en los que la masacre es solo un detalle administrativo”. (Prólogo de ‘La invención del vals’).
5. Clichés periodísticos. “El momento de la verdad, ¡el momento de la verdad!” (documental francés)
6. Mucha música. “La música de fondo, la música enlatada, la música entubada, la música portátil, la música de juglares, la música impuesta…”. En otra ocasión también habló de la “música suave”. (Mismo documental)
7. “Pasajes en cursiva en una novela que se supone que representan el chaparrón de pensamientos del personaje” (mismo documental)
8. “Mis odios son sencillos: la estupidez, la opresión, el crimen, la crueldad, la música suave. Mis placeres son los más intensos conocidos por el hombre: escribir y cazar mariposas”. (Strong Opinions)
9. Brecht, Faulkner, Camus y muchos otros no significan absolutamente nada para mí y debo luchar contra una sospecha de conspiración contra mi cerebro cuando veo aceptados como “gran literatura” por críticos y otros autores las copulaciones de Lady Chatterlay o las tonterías pretenciosas del señor Pound, ese completo falso. (Entrevista en The Paris Review, 1967)
10. La exaltación de lo “sincero y sencillo”. Volviendo a mis días de profesor: daba notas bajas de forma automática cuando un estudiante usaba la terrible frase “sincero y sencillo” – “Flaubert escribe con un estilo que es siempre sencillo y sincero – creyendo que es el mejor cumplido que se le puede hacer a la prosa o la poesía. Cuando tachaba la frase, lo que hacía con tanta rabia que rompía el papel, el estudiante se quejaba de que era lo que los profesores siempre le habían enseñado: “el arte es sencillo, el arte es sincero”. Algún día investigaré la fuente de esta vulgar absurdidad. ¿Una maestra rural de Ohio? ¿Un gilipollas progresista en Nueva York? Porque, por supuesto, el arte en su mejor forma es fantásticamente engañoso y complejo. (Strong Opinions).
Fuente: Librópatas