¿Cuál fue tu primer acercamiento a la poesía?
Mis nombres, de alguna manera, señalaron un camino a la poesía y a la literatura. Me llamaron Alejo, por Carpentier; Jacobo, por Regen; Manuel, por Castilla. Los dos últimos, poetas salteños. Jacobo publicó hace pocos años su obra reunida. En su homenaje, edito la revista El Vendedor de Tierra. La biblioteca de mi madre me acercó a ellos y a muchos más. Cuando era chico, un amigo de mis padres solía visitarnos. Viajaba de Santiago del Estero. Tocaba la puerta de casa en cualquier momento del año, casi sin avisar. Nunca se sabía cuánto tiempo se iba a quedar con sus pinturas, libros y versos. Con el tiempo entendí que la poesía es una forma de vida, que nunca avisa cuando llega y tampoco se despide cuando se va (hay un libro de Anahí Lazzaroni que se titula El poema se va sin saludarnos. Nada más cierto).
¿A qué poetas volvés una y otra vez y qué encontrás en ellos?
A Jacobo, porque le creo cuando escribe que es un ángel. A Pound, Eliot, Pessoa, Hölderlin, Juan L. Ortiz, Giannuzzi, Virgilio.
¿En qué momentos escribís poesía?
Cuando puedo; cuando me hago el tiempo; cuando irrumpe; cuando quiero. La poesía está ahí, siempre.
Así escribe Alejo González Prandi
Una versión
Esta no es la manera de vivir dijimos a dúo
Nada convencía demasiado en la época
Lo nuestro era el sueño
Una noche tomamos la ruta
y nos fuimos a conocer la verdad
Viajamos sin el plan de existir en otra parte
sólo a tirarnos en la roca
a temperatura de siesta
y animalidad de la costumbre
Encontramos una versión del paisaje
No volvimos a preguntar
(No hay medida, Barco edita, 2012)
Alejo González Prandi nace en Buenos Aires, en 1974, ciudad donde reside. Es periodista y escritor. Edita el sitio de poesía El Vendedor de Tierra (elvendedordetierra.com). Coordina talleres de poesía y escritura. Publica dos libros: El deshoje (2007) y No hay medida (2012). Tiene en preparación un tercer libro de poemas y una novela inédita.