Kenzaburo Oé: Quiero preguntarle algo. Al leer su obra y al hablar con usted, uno no tiene la sensación de alguien nacido en Japón. En el caso de Conrad, uno de mis autores favoritos – para mí es una especie de novelista ideal – uno tiene la fuerte impresión de que es un autor genuinamente inglés, al mismo tiempo que un verdadero europeo. El día que usted recibió el Premio Booker, hubo noticias en los medios de comunicación japoneses sobre sus comentarios sobre Salman Rushdie. Muchos se sintieron conmovidos por estos comentarios, incluido yo. Sentimos que quien los hizo era un auténtico novelista europeo, una personalidad verdaderamente europea, que eso era real inteligencia europea.
Los mismos japoneses desean ser percibidos como pacíficos y gentiles, tal como el arte japonés – la pintura de paisajes y todo eso. No quieren ser vistos como imperialistas económicos ni como invasores militares. Como otros, desean pensar en arreglos florales, algo tranquilo y bello, al pensar en Japón. Cuando sus libros empezaron a aparecer en Japón, así fue como fueron presentados. Se lo describía a usted como a un calmo y pacífico autor, y en consecuencia como a un autor muy japonés. Pero desde el principio yo tuve mis dudas. Percibí que era un autor con una inteligencia firme. Su estilo incluye siempre una doble estructura, con dos o más elementos entrelazados. Y de hecho esto ha sido demostrado cada vez por cada uno de sus libros. Sentí que este tipo de fuerza no era muy japonés, que la persona era más bien de Inglaterra.
Kazuo Ishiguro: Bueno, no intento ser un autor calmo. Es en realidad una cuestión de técnica más que otra cosa. Hay una superficie tranquila en mis libros – no hay muchos asesinatos o cosas por el estilo. Pero no son libros tranquilos, pues son libros que tratan sobre cosas que me perturban en alto grado y sobre asuntos que me preocupan enormemente. No me resultan para nada tranquilos.
Sobre el ser un escritor europeo, creo que en parte eso ha sido efecto de que no conozco muy bien Japón. Me vi forzado a escribir de un modo más internacional. Si yo hubiera regresado regularmente al país tras haberlo dejado en 1960 y hubiera estado familiarizado con Japón durante mis años de crecimiento, creo que tal vez habría sentido una mayor responsabilidad por representar al pueblo japonés de un modo u otro, por ser una suerte de vocero, por así decirlo, de Japón en Inglaterra. Pero según las cosas se fueron desarrollando, no volví. Este es mi primer regreso al país en treinta años. Soy consciente de que sé muy poco del Japón moderno. Pero aún seguía escribiendo libros que tienen lugar en Japón, o supuestamente en Japón. Mi falta de autoridad y mi falta de conocimiento sobre Japón, creo, me obligaron a usar mi imaginación, y también a pensar en mí como una especie de escritor homeless. No tenía un rol social claro, pues no era un inglés inglés, ni tampoco un japonés japonés.
Y así sin un rol claro, sin sociedad o país sobre el cual hablar o escribir, ninguna historia me parecía la mía. Y creo que esto me empujó a intentar escribir de un modo internacional. Lo que comencé a hacer fue usar la historia. Buscaría libros a través de la historia del mismo modo que un director de cine buscaría lugar para el argumento que ha escrito. Buscaría momentos en la historia que mejor sirvieran a mis propósitos, o lo que deseaba escribir. Era consciente de que no me interesaba la historia per se, que estaba usando la historia de Inglaterra o de Japón para ilustrar algo que me estaba preocupando. Creo que esto me hizo un tipo de escritor sin pertenencia. No tenía un lazo emocional fuerte ni con la historia japonesa ni con la inglesa, de modo que sólo podía usarlas para que sirvieran a mis propios propósitos personales.
Fuente: Evaristo Cultural