El miércoles 11 de abril a las 18 hs. empieza en Casa de Letras el taller de narración oral “El repertorio: una cuestión de identidad”, coordinado por Mónica Chiesa.
Este curso constituye la tercera etapa del siguiente itinerario: Viaje al corazón del cuento: para principiantes; Germen de repertorio: la elección del primer cuento, para alumnos intermedios, y –por último- El repertorio: una cuestión de identidad, para alumnos con experiencia. A lo largo de este taller, y a través de la práctica continuada de la narración oral, los participantes entrenarán herramientas que les serán de utilidad para proseguir su personal búsqueda de un repertorio singular.
Conversamos con Mónica Chiesa al respecto.
En tu trabajo como narradora oral profesional, ¿cómo has conformado y desarrollado el repertorio de cuentos que narrás? ¿Cuánto de tu propia experiencia puede transmitirse a otros narradores?
Hay una experiencia poética propia y ajena que el narrador oral quiere transmitir en una etapa de su vida a ese otro que escucha y que ve. Digo ve porque una historia narrada es también un cúmulo de imágenes y son esas imágenes las que perduran en la memoria. La experiencia poética es una travesía que tiene que ver con la belleza. Aunque esa belleza pueda ser cruel o dolorosa siempre nos habla de lo bello, es decir de lo efímero, de lo fugaz. Como narradora y como escritora, a la hora de elegir el repertorio vivo una suerte de éxtasis, estoy absolutamente “herida” por un flechazo que me dio en el corazón, sí, en el órgano mismo de las emociones. A veces ese flechazo es apenas un germen: un acontecimiento vivido, una frase leída en un libro, un recorte de un diario, un objeto. A veces es un cuento que me ha tomado por asalto y debo atenderlo, abrir su puerta, develar su intriga. Buscar qué hay de mí detrás de esa historia, qué segunda historia está sumergida en esa trama para seguir ese viaje a las profundidades. Porque de eso se trata, de bucear en las profundidades, de ir al sótano de uno mismo para emerger con una nueva luz. En mi último espectáculo, Las Hermanas Lumière, yo había sido tocada hace años por la muerte súbita de mi propia hermana, quería transformar ese hecho traumático en experiencia poética, quería volverla a encontrar y despedirme de ella. Fui recopilando cuentos de hermanos, novelas de hermanos, teatro de hermanos. Me fui nutriendo, fue un largo proceso. Mientras tanto buceaba en mi infancia, en mis recuerdos, en mis juguetes. Fui entendiendo que la infancia también tiene que ver con lo bello: fugaz y efímera. Muchos hilos se fueron desprendiendo de la madeja, hilos que me fueron llevando al exilio, a la ausencia, a la presencia. También lo singular es que en el mismo proceso creativo van apareciendo otros temas; al cabo de un tiempo de trabajar junto a mi directora, Claudia Quiroga, una mañana me dí cuenta de que todo el repertorio evocaba el día y la noche. Que esas dos hermanas eran el día y la noche. Claudia siempre me impulsó a escribir, siempre me decía que le parecía más entrañable mi propia historia que los cuentos. Que ahí en mi propia historia había una tensión y entonces a través de consignas fui escribiendo poesía y cuento, inclusive hay un momento en que leo una carta de mi madre. Hacer Las Hermanas Lumière fue absolutamente reparador. Y lo seguirá siendo. La elección de un repertorio también puede convertirse en una experiencia sanadora.
¿Con qué dificultades o trabas puede encontrarse un narrador que quiere armar un repertorio? ¿Por qué se hace alusión desde la gacetilla al hecho de que su búsqueda está ligada a la propia identidad del narrador?
Primero cuando hablamos de repertorio hablamos también de lo singular. Ese repertorio es único y como tal constituye un desafío. El desafío de la lectura, de la disposición del cuerpo, de una atención que está absolutamente entregada al proceso creativo. Yo creo que una de las grandes trabas es el exceso y el estereotipo. El exceso porque hay un querer decirlo todo y en realidad “la elocuencia se reparte en mitades”, el que escucha completa y si no completa, se pregunta y eso está bueno, que alguien se llene de preguntas. Mi lugar como narradora no es mostrarle un camino al otro, no es “bajarle línea”. Si apenas logro hacer vibrar algunas cuerdas en el otro, si apenas logro llegar a su corazón con un destello, el goce será único, irrepetible. Y cuando digo estereotipo me remito a su contrario, a la originalidad y vuelvo a lo singular. ¿Cómo ser yo mismo en el acontecimiento de la creación? ¿Con qué capital expresivo, emotivo, amoroso, biográfico cuento? ¿De qué manera puedo descubrir y potenciar eso que hay en algún lugar recóndito de mi historia?
¿Cuál será la metodología del curso?
Haremos una alternancia entre lo literario y lo autobiográfico. Una alternancia entre el cuento elegido y aquellas sabrosas historias mínimas que pueblan nuestra vida. Que no por mínimas son menores. Trabajaremos a partir de disparadores de todo tipo: desde el cuento de tradición oral hasta el recorte de diario pasando por una receta de cocina o una canción. Jugando entre todos, porque cuando juego cuento y cuando cuento desde la emoción la palabra se desarticula y se convierte en palabra viva. Porque creo firmemente que el cuento elegido no es lo único que produce ese encantamiento, si no que el cuento es simplemente un elemento que me ha interpelado, a su alrededor hay miles de estrellas irradiando su luz y vamos a ir por ellas.
Informes e inscripción en info@casadeletras.ar / (54 11) 5352 3355