Por Blanca Herrera y Cecilia Sorrentino
En el ámbito de nuestro trabajo de formación de narradores orales, adaptando relatos autobiográficos o literarios al soporte de la oralidad, esta historia se fue imponiendo entre muchas otras. Y nos preguntamos: ¿no es demasiado terrible como para llevarla a escena? ¿Cómo se cuenta una historia tan dura?
Terminamos por aceptar que se trataba de una necesidad expresiva de todo el grupo. Merecía nuestros mejores esfuerzos.
Cuando iniciamos el trabajo de dramaturgia, que en nuestro caso es un “componer en el aire” que oscila entre las improvisaciones y los cuerpos de los narradores, y la escritura y reescritura del texto, el corazón de este cuento nos resultaba lejano. Tenía lugar en el contexto del Canadá rural, el otro extremo de América. Sin embargo, a medida que avanzaban los ensayos, el tema iba cobrando vigencia en nuestra realidad más cercana. El presente hacía estallar entre nosotros historias semejantes. Los registros de casos de violencia contra las mujeres ya no daban cuenta de lo que sucedía por año, sino por mes, por semana.
Así nació Una mañana cualquiera.
A la búsqueda poética que nos impulsó en un principio, y nos llevó a presentar este espectáculo en diversas salas desde 2014, se sumó el desafío de abrir espacios de reflexión y de toma de conciencia sobre esta problemática que tanto nos duele.
La historia de esta pareja comienza como una bella historia de amor. Sólo entre líneas trasluce la violencia que tantas veces está agazapada entre nosotros. En pocos años hemos comprendido lo imprescindible que es aprender a leer entre líneas nuestras vidas. La reflexión de cada una consigo misma, con sus hijas, sus hermanas, sus amigas, sus madres. Y con sus hijos y hermanos y amigos y padres.
Proponemos este espectáculo de narración oral como apertura al diálogo con el público, porque creemos que desde el arte es posible iluminar la comunicación que anticipa y previene.
Lejos del ruido. Lejos de la gente y de la ciudad, una pareja puede encontrar el ámbito apacible y armonioso para empezar una familia y hacerla crecer.
Seis narradores prestan sus voces para habitar la historia de un amor que empieza como tantos. A veces su decir se acerca al de un personaje. A veces al de un testigo atento que los mira vivir. Por momentos la cercanía es tal que parecen entrar en su mundo interno.
Seis narradores prestan también su silencio, cuando es necesario escuchar a otro o
–también- a una voz interior. Silencio que nunca es indiferente, silencio que también tiene voz.
Seis narradores para tejer palabras con una guitarra, para contarnos, ¿para dialogar?
Para preguntarse y preguntarnos. Para reclamarse y reclamarnos.
Una mañana cualquiera.
Grupo de narradores De letras y voces: Cristina Albéniz, Norma Escudero, Eduardo Gianatelli, María Inés Morán, Cecilia Sorrentino y Mónica Sporra.
Música original: Federico Novak
Dramaturgia y Dirección: Blanca Herrera y Cecilia Sorrentino