Un grupo de personas consigue el mapa para llegar a un tesoro, compra un barco, viaja hasta el lugar y se hace de ese tesoro. La narración a la que me refiero es La isla del tesoro, de Robert Louis Stevenson, quizás una de las mejores novelas que ha dado Occidente. Sabemos muy bien que, entre ese “viaja hasta el lugar” y el consecuente “se hace del tesoro”, pasan un montón de cosas, se abren pequeños incidentes internos que reclaman su solución: pruebas que deben enfrentar los protagonistas, siempre relacionadas con el objetivo final.
¿Todo esto por qué? Por la simple necesidad de captar al lector.
Si entre el conflicto y su solución no mediara ninguna frase, no habría ocasión para la curiosidad y ya todo estaría resuelto. Se trata así de tiempo, tiempo para que el conflicto encarne en el lector, lo envuelva, se haga suyo, una cuestión personal.
¿Cómo es esto en el cuento?
El cuento, por su brevedad, no puede abrir varios conflictos como la novela; necesita invertir la escasez de espacio disponible en envolver al lector en el problema inicial y su dilación. El escritor que se plantea escribir una historia de, digamos, seis o siete páginas, debe concentrarse en su tema y volverse obsesivo, para alcanzar aquello que Julio Cortázar y Flannery O’Connor llamaban intensidad.
En este curso breve nos proponemos abordar:
La particularidad de la historia: aquello que la hace digna de ser contada. Lo excepcional, lo curioso, lo raro: los motivos por los que se narra.
El extrañamiento: la mirada distinta acerca de lo habitual.
La distancia entre el planteo inicial del problema y su solución: una tensión en la que sumergirse en el conflicto, sin concesiones.
Duración: 3 quincenas
Inicio: lunes 18 de febrero
(Finaliza el viernes 29 de marzo)
Más información acerca del curso express online “Tres apuntes para escribir un cuento”.