Por Natalia Consiglio
Entrevistamos a Daniel Lerner, graduado del Programa Formativo en Escritura Narrativa de Casa de Letras, quien recientemente publicó su primer libro de cuentos, Demonios. Licenciado en Administración de Empresas, Daniel se define, además de como escritor, como un lector nocturno, amante de la música electrónica y de la buena gastronomía, deportista y viajero de aventuras. A continuación, responde a nuestras preguntas:
¿Considerás que el contexto cultural actual permite expresarse con mayor soltura al escribir sobre relaciones no tradicionales? ¿Sentiste en algún momento de la escritura que tuviste que romper con algún tabú propio?
Hoy en día, en nuestra cultura occidental, y en la Argentina más específicamente, escribir sobre diversidad sexual, literatura queer o gay (según la denominación que se desee utilizar), representa el mismo desafío que escribir sobre cualquier otro tema. A partir del matrimonio igualitario, el colectivo LGBT ha adquirido una visibilidad y una aceptación nunca antes experimentada. Ahora bien, de ahí a que te quieran publicar, o que te quieran leer, es otra cosa, depende de una infinidad de factores. Creo que en una sociedad tolerante, basta con que un relato sea magnético y atrapante para ser leído y percibido positivamente, con independencia de las preferencias amorosas de sus personajes. Yo escribo desde esa premisa o aspiración. Respecto a si tuve que romper algún tabú durante la escritura, la respuesta es sí. Escribir, para mí, sigue siendo un camino de auto conocimiento, una carrera de obstáculos mentales que aún sigo sorteando. Algo que me costó fue animarme a escribir con total libertad sobre temas de contenido sexual y a no auto censurarme, por la fantasía que yo mismo tenía, de que el lector me iba a estar buscando a mí en cada una de esas escenas sexuales. Partamos de la premisa que de por sí, es complejo escribir historias con contenido sexual. Al encarar la escritura de mi cuento “Demonios” (que da nombre al libro), que trata de una relación sado masoquista, tuve que hacer un trabajo personal bastante intenso, para superar mi propia limitación del “qué dirán”. En definitiva, uno siempre se expone a la hora de escribir, y creo que cuando algo es inevitable, (como lo que van a pensar de vos con esta clase de textos), en cierta forma deja de ser importante lo que los demás opinen. Esos temores, en la medida que subsistan, te impiden sumergirte con total libertad en tu trabajo creativo y en la historia que querés contar.
¿Cómo fue el proceso de escritura? ¿Te resultó desafiante escribir desde puntos de vista de distintos personajes y su diversa concepción de los vínculos sexo-afectivos?
Creo que alguna vez Borges dijo que la escritura es como un sueño guiado. Esa idea me describe a la hora de escribir. Creo que escribo en un estado de total absorción. Durante la experiencia de escribir, los personajes se van configurando como seres coherentes en sus deseos, sus miserias, sus neurosis y sus contradicciones. Van conformando un entramado de relaciones en el mundo ficcional. Así las historias toman cuerpo, densidad, movimiento, lo que parecía ir para un lado termina yendo hacia un lugar inesperado. Y de ese modo los conflictos configurados llegan al clímax. Los personajes de mi libro están siempre movidos por el deseo y la emoción, como una forma de escapar de la tristeza y tal vez de la muerte. Son como guerreros luchando sus propias batallas personales. Cuando hablo de emoción hablo de movimiento, de progresión, de historias que avanzan. Mis personajes son seres comunes que casi siempre están sometidos al stress de situaciones excepcionales o imprevistas. La sexualidad está muy presente en mis relatos, o más bien podría decir que siempre está presente la búsqueda del amor, desde el amor más exaltado hasta el vínculo más bizarro y efímero. La búsqueda sexual o afectiva de mis personajes los termina de configurar, completándolos como seres de ficción.
¿Tenés algún referente en la escritura, alguien que funcione como inspiración o guía?
En esta etapa, en la que estoy escribiendo sobre temática gay (además de mi libro Demonios, estoy escribiendo una novela de la misma temática), mis autores referentes son Luis G.Martín, Alberto Fuguet, Fernando Callero y Pablo Pérez. En un orden más amplio, Rodolfo Walsh y Manuel Puig. Mi autor favorito de todos los tiempos es Marcel Proust. En el plano más concreto de la escritura, mi libro Demonios lo corregí con Ariel Bermani. Actualmente mi novela en curso la reviso quincenalmente con Mariana Docampo.
¿Tenés algún consejo para quienes se están embarcando en el proyecto de escribir una primera novela?
Más que consejos prefiero hablar de mis propios trucos y hábitos a la hora de escribir y qué cosas me funcionan. Algunas son muy obvias pero no por eso menos importantes. Para mí escribir tiene mucho de entender mis propias debilidades y fortalezas como escritor. La auto exploración y el espíritu crítico me ayudan a detectar las trampas que me llevan a tomar malas decisiones literarias, y a evitarlas. Por otro lado, creo que, en la medida que sea posible, es bueno tener un tutor o maestro con quien compartir los avances de la obra. En esa interacción, hay que aprender a aceptar criticas y recomendaciones, dejando el ego de lado. Hay que aprender a “soltar”. Lo que está mal escrito se reescribe o se desecha. También es importante la perseverancia y el método, y los pequeños rituales alrededor del escribir. La atmosfera que cada uno construye frente a la notebook o a la hoja en blanco, hace que las historias fluyan. Creo que otros factores importantes son la investigación, y la lectura de textos o de autores que nos anteceden. Si vas a escribir por ejemplo sobre el gueto de Varsovia, tenés que leer todo lo que encuentres sobre el tema. Informarte sobre fechas, batallas, el contexto geopolítico y cultural previo a la segunda guerra mundial, qué comían los habitantes del gueto, qué armas usaban, qué música escuchaban, para que a la hora de referir datos o escenas, los textos suenen verosímiles e irrefutables. Y dejar que las cosas decanten. Más allá de todo lo antedicho, cada uno debe realizar su propia experiencia. Y creo que en eso radica la magia de escribir.