Por Octavio Paz
En general, el misterio de la vocación (porque es un misterio) tiene que ver con la infancia. La vocación se manifiesta en la juventud, pero hay un periodo de imitación, diríamos, de modelos familiares. En mi caso fue decisiva la presencia de mi abuelo, Ireneo Paz, que era escritor. Yo lo veía leer y escribir todos los días. Sabía que había escrito memorias, novelas, de modo que fue un poco el modelo. Sí, efectivamente, en mi casa, de niño, había una gran influencia del mundo de la literatura. Mi abuelo tenía una buena biblioteca. Pero también tenía unos atriles con fotografías de autores de la época. Ahí podías ver fotos, o bien grabados, por ejemplo, de Víctor Hugo y otros escritores franceses. Pero no solamente franceses, también había hispanoamericanos, mexicanos… Estaba Pérez Galdós, que era uno de sus modelos.
Yo, al principio, tuve la mayor libertad, de niño, para leer los libros que se me antojaran. Nadie se preocupó, sea por tolerancia o por descuido, en saber lo que leía. De modo que mis primeras revelaciones eróticas se las debo a la literatura. Leí muchas novelas que no tenía por qué haber leído a esa edad.