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Por Neil Gaiman
Puedo ir a Jordania y escribir para The Guardian sobre la labor de las Naciones Unidas o estar de promoción ahora aquí, en España, y no escribir en unos días. Eso sí, en cuanto pasa demasiado tiempo, la gente que me rodea me empieza a mirar raro y yo empiezo a convertirme en un pequeño monstruo y, muy amablemente me dicen, “Neil, ¿por qué no te vas a escribir un ratito?” (voz de niña dulce), y yo contesto “¿Por qué?” (voz de ogro)… Y nada, yo lo hago y al cabo de un rato vuelvo cantando la-lala.
Todo lo que vemos: paredes, libros, suelo, este micrófono empieza porque alguien en algún momento decidió llevar a cabo un pensamiento. Así que, por supuesto, también todo sistema político que tenemos ha sido imaginado, cada una de sus mutaciones perversas también ha salido de la mente de alguien que luego ha infectado mucho. Para repararlo, se lucha con imaginación. Si no abrazamos nuestra imaginación y la alentamos en los jóvenes, estamos haciendo un flaco favor a la humanidad.