Por J.M.G. Le Clézio
[El personaje] es alguien en tránsito; alguien a quien, precisamente, le hemos dado vida y que será capaz de devolverla. Por otra parte, los personajes de novela a menudo me dan la impresión de personas a las que se les ha dado una vida que no es definitiva, y que viven en el espacio de un momento literario —no es una vida duradera. Los personajes de novela, como los personajes de cómics, son fugaces. Al mismo tiempo, podemos sentir que quien los imagina recibe de ellos algo que va más allá de la vida. Es difícil de explicar. Estoy pensando principalmente en personajes de cómics, como Tintín. Tenemos la sensación de que no envejecen, que no cambian, que su vida es muy corta y, al mismo tiempo, suponemos que su autor —Hergé— recibió, si no la inmortalidad, al menos una especie de prórroga en la muerte, algo que durará más allá de la vida. Los personajes de novela también son así.