Por Juan Villoro
A mí me gusta mucho la idea de reinventar los datos cotidianos. Prácticamente todos los relatos ocurren en sitios que podrían pertenecer a la realidad mejicana, pero son zonas imaginarias: una frontera de contrabandistas en el norte, un equipo de segunda división en el Caribe, una pensión en la ciudad de Méjico. Todos estos lugares son espacios de la imaginación. De manera simbólica, la pensión de la que hablo en “La alcoba dormida” está en una calle que se llama “Licenciado Verdad”. Existe realmente esa calle en Méjico, pero a mí me parece muy sugerente que Licenciado que es el rango que se le da a los políticos, a cualquier persona que sea profesionista en Méjico y que es como un rango de status, se utilice para un apellido, el apellido de La Verdad. Curiosamente, cerca de esta calle estuvo la primera imprenta de Méjico y la zona tiene cierto pedigrí literario; pero me gustaba ubicar una historia de simulaciones de un hombre que se enamora de una gemela y naturalmente no puede estar seguro si también ama a la otra que es su copia idéntica, o si incluso las puede confundir, en una calle que se llamara “Licenciado Verdad”. Esto tiene que ver un poco con el manejo de la verdad: partir de un dato real, pero transfigurarlo siempre literariamente. Sólo creo en la reinvención, no creo en el reflejo mimético de la realidad.