Por Natalia Consiglio
Josefina Arcioni es diseñadora audiovisual, redactora y escritora. Fue alumna del Programa Formativo en Escritura Narrativa en Casa de Letras y actualmente estudia la Licenciatura en Artes de la Escritura en la UNA. Una ciudad otra, su primer libro de cuentos, nos desafía, nos incomoda a la vez que nos interpela. Algo en lo familiar se vuelve extraño, siniestro pero cercano. Una ciudad otra nos permite tomar perspectiva para descubrir lo raro en lo cotidiano, una transformación sutil que abre un nuevo sentido.
Una ciudad: Buenos Aires, bajo tierra en un subte o pasando sobre el cementerio desde el tren. Una ciudad: otra. La Costanera, un bar, un concierto estallado de gente.
La ciudad como un escenario y el público expectante. De pronto: silencio. Otra ciudad que nos atrapa, esta vez vacía, una mañana de domingo camino al aeropuerto.
Cada relato crea un universo que pareciera enfrentarnos con nuestro reflejo en un espejo distorsionado pero fiel, como delatando una cara más oscura que cargamos pero que no siempre mostramos. Ya sea un hábito irreflexivo, un recuerdo atragantado, una idea traviesa, un deseo de fin.
Josefina Arcioni nos hace cómplices del juego, del humor, de la tensión que nos hace abrir grandes los ojos en cada cuento.
¿Cómo fue el proceso de escritura del libro? ¿Fuiste escribiendo los cuentos individualmente y después los reuniste o los pensaste desde el comienzo como un libro?
Los fui escribiendo individualmente, al principio no pensaba en un libro. Algunos surgieron de talleres, otros de disparadores más personales, otros los escribí viajando. Y cuando apareció la oportunidad de publicar y reuní varios cuentos, de los que finalmente quedaron estos diez, volví a corregirlos, pensándolos ahora sí como un sistema. Y entonces los cuentos volvieron a actualizarse, tomaron otra dimensión, y encontraron su versión final. En este proceso aprendí que en verdad escribir no es escribir, sino corregir. Y es un camino lento, que tiene su tiempo y que precisa ser respetado. Poca gente habla de eso, muchxs piensan que alguien que escribe se inspira mágicamente y de una sola sentada te saca un cuentazo. Bueno, algunxs de lxs grandes quizá lo consiguieron. Pero creo que la mayoría de lxs mortales, no.
Claramente, hay un tono, un color que hace que los cuentos, a pesar de ser distintos entre sí, guarden una armonía. ¿Cómo nombrarías eso que los une?
Sí, son muy distintos entre sí y eso me encanta. Pienso en la experiencia de la lectura, en mí misma como lectora, y la verdad es que a mí me embola leer un libro de cuentos todos iguales, que cuando lo terminás sentís que en verdad leíste un solo cuento largo pero fraccionado en capítulos. Sin embargo, es real que al principio me parecía que tanta heterogeneidad podía ser un problema. Hasta que, después de meses de trabajar con ellos y de corregirlos una y otra vez, entendí que están atados por una costura invisible (“eso que los une”, como decís), que es la marca de la ciudad. Y no es simplemente la ciudad como escenario. Es la ciudad como geografía propia del extrañamiento, de lo que se pliega y se transforma, y ya no es, o quizá nunca fue y no lo vimos porque lxs que nos transformamos fuimos nosotrxs. Me parece que la ciudad es un latido que subyace en las vidas de estos seres y en las cosas que les pasan. Hay cuentos en donde claramente se habla de Buenos Aires (más allá de que sea “otra” Buenos Aires, como en “Sánchez”), pero hay otros en donde ni siquiera se menciona una ciudad, como en “El fuego”. Sin embargo, me parece que en este personaje, desesperado pero silente, roto pero frío, sentenciado, resignado y rendido, hay una huella que tiene mucho que ver con el espíritu de toda gran ciudad en esta post-postmodernidad demoledora. Obviamente, no quiero decir que estas energías no existan en otros paisajes del planeta, pero en las ciudades parecieran ser la constante, la marca registrada.
¿Cómo fue el trabajo de la síntesis que tienen estos cuentos breves?
Esa síntesis es producto justamente del laburo (casi obsesivo) de corrección. Yo no soy sintética por naturaleza, me cuesta mucho condensar, confiar en la imagen, no necesitar explicar, no subestimar la escena. Pero ciertas herramientas me ayudan mucho. Por ejemplo, dejar enfriar los cuentos y retomarlos un tiempo después para poder encararlos con mayor claridad. Leer en voz alta, o que alguien me los lea (mejor todavía). Y sobre todo, compartirlos, pedir opiniones y saber escuchar. Bueno, no es casualidad que varios de estos cuentos hayan surgido en talleres. Otra herramienta fundamental, obvio, es leer. Cuando estoy leyendo algo que tiene exactamente el clima que quiero transmitir, miro de cerca, intento descular qué hace lx escritorx para conseguir eso. Por último, no quiero dejar de resaltarlo, también para lograr esta síntesis el laburo con las chicas de Hexágono fue imprescindible. Ellas tienen un ojo muy afilado para las cosas “que sobran” y siempre se los agradecí mucho.
¿Hubo algún libro, disco, serie o película que te haya acompañado durante la escritura de los cuentos?
Como estos cuentos fueron escritos en tiempos y circunstancias tan diferentes, creo que hay varias respuestas. Pero sí, durante la escritura de cuatro de ellos, me acompañó El camino del artista, de Julia Cameron. Ese libro para mí fue un salvavidas. En ese momento no me di cuenta pero un montón de cosas cambiaron en mi vida y con respecto a mi escritura después de leerlo (¿o debería decir “cursarlo”?, porque es una especie de libro-taller).
¿Estás escribiendo algo nuevo en este momento? ¿Pensaste en escribir una novela?
Estoy escribiendo algo pero no es nuevo. Desde 2017 trabajo en un libro de poemas sobre un viaje por Latinoamérica. Está bastante verde todavía, pero no me siento ansiosa. Hay que saber esperar, cada cosa tiene su tiempo. Y más cuando se trata de poesía. Será cuando ella quiera.
Y en cuanto a la novela, sí, tengo una novela escrita y encajonada. Pero nunca me terminó de cerrar. La sigo repensando en mi cabeza todo el tiempo (en cierto modo, eso es como estar trabajando en ella), pero no volví a tocarla desde hace más de tres años. Necesita por lo menos dos versiones nuevas completas, antes de que yo vaya a sentir que ya está, o pueda empezar a probar suerte con las editoriales.
¿Qué consejo le darías a quienes están empezando a escribir?
Que escriban por amor y por goce, no para ser admiradxs. Que lean muchísimo y que lean de todo. Que no se queden con las primeras versiones de lo que hagan (ni con las quintas, ni con las décimas). Que no se apuren por llegar a ningún lado. Que ejerciten su observación y su percepción pero, sobre todo, su intuición. Que se abran a las críticas. Que aprendan a escuchar, pero también a tomar solo lo que les sirva. Y la copio a la inmensa Sharon Olds con los consejos que ella misma les da a quienes escriben: que tomen sus vitaminas, que cuiden su salud y, principalmente, que luchen contra la autoaversión.
A lo largo de los años, muchos de quienes pasaron por Casa de Letras publicaron novelas, cuentos, poemas, ensayos. Les compartimos una nueva sección de nuestro sitio web dedicada a la difusión de las obras de alumnos y egresados, con el propósito de seguir acompañando su camino de escritura. Si querés mandarnos la información sobre una nueva publicación, comunicate con nosotros a casadeletras.info@gmail.com.