Por Juan Carlos Onetti
[…] para mí, se ha hablado de que el boom ha sido una especie de organización editorial que inventaron, pero que en realidad yo no puedo creer que por más fuerza que tengan las editoriales, pongamos por ejemplo a García Márquez, con Cien años de soledad, se han vendido cientos de miles de ejemplares. Eso no era propaganda, ni difusión de las editoriales, sino ésa otra, que uno lo había leído, se lo recomendaba a su amigo y luego a otro; sí, esa es la pura verdad. Ahora que el boom obedeció, para mí a otras razones, es decir como señala la Física: La Naturaleza tiene horror al vacío: si había una decadencia novelística enorme en Europa, se necesitaba entonces una cosa nueva, distinta, para que hubiera lectores con interés; entonces aparecieron todas las gentes del boom, que estaban dando una cosa totalmente distinta a lo que ya se conocía: renovación de técnicas, renovaciones de lenguaje.
(…) A mí me ocurre una cosa muy peculiar, es que nunca he releído nada de lo que me han publicado. Ahora cuando tomo un libro, El astillero, lo abro, me ocurren dos cosas, una: que es la sensación de que yo pudiera haber hecho mejor ese capítulo si lo hubiese trabajado más, si le hubiese tenido paciencia, si lo hubiera rehecho, trabajo que no hago nunca. Y la otra: que a veces me gustan mucho, y digo: ¡Pobre Onetti, ya nunca vas a poder escribir tan bien!
Hay gente que escribe con muy buena intención, muy bien documentada, pero no sabe escribir; errores de sintaxis, errores de ortografía, el infierno está empavonado de eso.
Las posibilidades [de la literatura latinoamericana actual] para mí son infinitas, siempre que se tenga talento. Un tipo de talento, puede llegar a ser universal.