1. Empieza por el principio y no te permitas caer en la tentación de darle vistazos a otras partes del libro por aquí y por allá por mera curiosidad. Esto probablemente ocasionará que en algún punto abandones el libro y pienses “¡Esto es demasiado difícil para mí!”, dejando atrás la oportunidad de añadir una obra más a tu colección de joyas mentales.
Esta regla (de no inmersión) es muy importante con libros como novelas, donde un pequeño vistazo puede arruinarte la sorpresa y disfrute de un momento clave en la historia.
Mucha gente tiene el hábito de mirar el final del libro para saber que todo termina bien; que los protagonistas de la historia vivirán felices para siempre, que el inocente no será acusado de asesinato, que el villano recibe el castigo que merece… todo antes de tomarse la molestia de terminar de leer el primer capítulo. La inmersión sólo es permitida cuando tal o cual capítulo tiene un significado por sí sólo* aún si el lector no tiene idea de qué ha pasado antes en la historia; pero con un libro científico, ésta práctica es pura locura: encontrarás lo último plenamente ininteligible si no comienzas leyendo en el orden regular.
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2. No empieces ningún capítulo o sección nueva hasta que no estés completamente seguro de que has entendido todo hasta ese punto, y que has respondido correctamente la mayoría si no es que todos los ejercicios propuestos. Siempre y cuando estés consciente de que toda la tierra por la que has pasado ha sido absolutamente conquistada y que no estás dejando ninguna dificultad sin resolver detrás, que probablemente olvidarás más tarde, es que la marcha triunfal hacia el fin será más fácil y agradable. De lo contrario, te sentirás más desconcertado conforme avanzas hasta que el resultado final sea un completo sentimiento de insatisfacción.
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3. Cuando te topes con alguna sección que no entiendas bien, léela de nuevo. Si todavía no la entiendes, vuélvelo a intentar: si fallas, aún después de 3 lecturas, lo más probable es que tu cerebro esté cansado y entonces es momento de dejar el libro a un lado y realizar otras actividades. Al día siguiente, cuando regreses a él, será más fácil comprenderlo.
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4. De ser posible, encuentra a un buen amigo que quiera leer el libro también y que esté dispuesto a discutir las dificultades del mismo contigo. Hablar sobre el libro ayuda a que las dificultades sean más ligeras. Cuando me topo con algo que me intriga, ya sea en el tema de la Lógica o en cualquier otro, hago lo posible porque sea una prioridad discutirlo en voz alta, aunque sea conmigo mismo. ¡Uno se puede explicar las cosas muy claramente a sí mismo!