Entrevistador: ¿Mantiene hábitos regulares a la hora de escribir?
Doris Lessing: Eso no importa porque solo son hábitos. Cuando estaba criando a un hijo me enseñé a mí misma a escribir en ráfagas muy cortas y concentradas. Si tenía un fin de semana o una semana, me quitaba una increíble cantidad de trabajo. Ahora esos hábitos tienden a estar arraigados. De hecho, lo haría mejor si pudiera ir más despacio. Pero es un hábito. Me he dado cuenta de que la mayoría de las mujeres escriben así, no como Graham Greene que, entiendo, escribe ¡200 palabras perfectas cada día! ¡Eso me han contado! De hecho, creo que escribo mucho mejor si me fluye. Comienzas algo, y al principio es un poco irregular, torpe, pero entonces llegas a un punto en el que hay un click y de pronto escribes fluido. Ahí es cuando creo que estoy escribiendo bien. No escribo bien cuando estoy ahí sentada sudando sobre cada frase.
Haruki Murakami
Cuando estoy en modo escritor, me levanto a las 04:00 AM y trabajo de cinco a seis horas. Por la tarde corro 10 km o nado 1500m (o las dos cosas); entonces leo un poco y escucho algo de música. Me voy a la cama a las 09:00 PM. Mantengo esa rutina cada día sin variación. La repetición en sí misma se convierte en lo importante: es una forma de mesmerismo. Me mesmerizo a mi mismo hacia un nivel mental más profundo. Pero mantener esa repetición durante tanto tiempo -seis meses al año- requiere una buena cantidad de fuerza física y mental. En ese sentido, escribir una novela es como un entrenamiento de supervivencia. la fuerza física es tan necesaria como la sensibilidad artística.
Vladimir Nabokov
Tomemos un día de mediados de invierno. En verano hay más variedad. Me levanto entre las seis y las siete, y escribo con un lápiz bien afilado, de pie, ante el atril, hasta las nueve. Después de un frugal desayuno, mi mujer y yo leemos el correo, que siempre es muy voluminoso. Después me baño, me afeito, me visto, paseamos una hora por los floridos muelles de Montreux. Y después del almuerzo y de una breve siesta, el segundo periodo de trabajo hasta la cena. Éste es el programa típico.
Philip Roth
Vivo solo, no tengo a nadie de quien responsabilizarme o con quien pasar el tiempo. Mi agenda es absolutamente mía. Normalmente, escribo todo el día, pero si quiero vuelvo al estudio al final de la tarde, después de cenar, no tengo que sentarme en el cuarto de estar porque haya alguien que haya pasado el día entero solo. No tengo que sentarme allí y ser entretenido o divertido. Vuelvo para allá y trabajo dos o tres horas más. Si me despierto a las dos de la mañana -esto ocurre raramente, pero a veces ocurre- y algo me ha aparecido, enciendo la luz y escribo en mi dormitorio. Tengo estas pequeñas cosas amarillas por todos lados. Leo hasta la hora que quiero. Si me levanto a las cinco de la mañana y no puedo dormir y quiero trabajar, me voy al estudio. Y trabajo, estoy de guardia. Soy como un médico en urgencias. Yo soy la emergencia.