Por Cecilia Sorrentino
La hija de la vejez, publicada por Enero Editorial, es la primera novela de Laura Delgado, egresada del programa en formación de escritura narrativa de Casa De Letras. Conversamos con ella sobre el proceso de escritura del libro, que fue presentado el 28 de noviembre de 2021 en Espacio JXI (Palermo).
¿Hubo una primera imagen, un primer coágulo del proceso creador -como diría Cortázar- que puedas reconocer en el origen de esta novela?
Creo que sí, aunque yo lo advertí mucho después. En una de las primeras clases de Usina de historias, en Casa de Letras, se nos propuso el rescate de algo perdido en la infancia. Recordé algo que había olvidado absolutamente hasta el día de la consigna. Mi relato fue así: Quisiera que me devuelvan un casette TDK grabado por mi familia cuando cumplí doce años que, un tiempo después, se grabó encima. Yo había pedido de regalo un pasacasette de esos negros con manija, que había que apretar dos teclas para grabar… Me lo regalaron y, para mi sorpresa, todos habían grabado un saludo. Mis hermanos, bromeando un poco. Mamá y papá, con mensajes más formales pero muy emotivos, haciendo referencia a la nueva etapa que estaba iniciando, la adolescencia. Dije en la clase de Usina que a mí me movilizó mucho esa grabación porque mi casa era un poco desordenada, muchos hermanos, y yo, viviendo la vida de los grandes, me sentía un poco invisible. Lo dije así, como al pasar, con la naturalidad de algo asumido sin demasiado conflicto. En la devolución, Cecilia Sorrentino señaló esa sensación de invisibilidad como lo significativo en mi relato. Mucho tiempo después, al escribir los primeros relatos de infancia narrados como anécdotas, trascendía en ellos esa y otras sensaciones que definían a aquella hija de la vejez. Pasaron varios talleres hasta que esos relatos se convirtieran en novela y yo reconociera que, en definitiva, esa sensación de invisibilidad en la niñez había sido el germen, el “primer coágulo” del proceso creador de la novela.
¿Por qué elegiste el entrelazado de dos voces para contar la historia de Irene?
La experiencia de ser una hija de la vejez es mía, pero yo no quería hacer una autobiografía. Había escrito varios relatos de infancia y quería hacer algo con ellos. Los trabajé con Edgardo Scott en taller y fui descubriendo que esa “experiencia” subyacía en todos los textos como un elemento más conceptual, casi como una tipificación: los hijos de padres grandes, la hija única, el hijo varón, la del medio… Coincidió con algunos cursos de cuento y novela que hice y con uno en particular sobre Construcción de personajes coordinado por Luciano Lamberti, muy bueno. Estaba por empezar la tutoría de obra con Leopoldo Brizuela y tenía un conjunto de textos sueltos, un poco caóticos, con escenas, personajes, imágenes y relatos que de alguna manera se relacionaban, tenía esa intuición. Después de varias lecturas (La vista desde Castle Rock y varios otros de Alice Munro, La familia de Gustavo Ferreyra, Phoenix de Eduardo Muslip, Hospital Posadas de Jorge Consiglio), fue surgiendo esta forma de narrar a dos voces: en tercera, el presente de la vida de Irene, desde afuera, aunque muy cerquita de ella, conociéndola, comprendiéndola, sorprendiéndome a veces con su accionar. Y darle voz a ese personaje en sus recuerdos de infancia, narrados en primera, en diálogo permanente con la historia y con el título de la novela.
¿Cuándo comenzaste a escribir La hija de la vejez? ¿Cuándo te diste cuenta de que te embarcabas en la escritura de una novela?
Cuando asumí que todo este conjunto estaba relacionado, y descubrí la forma de contarlo. Hubo algo muy importante previo a eso. En uno de los encuentros de taller, Edgardo me dijo: los relatos (de infancia) son muy lindos y están bien narrados pero, ¿cuál es el sentido? ¿Qué es lo que querés contar en realidad? Parece fácil de responder, pero no lo es. Desentrañarlo fue un desafío muy interesante y, sobre todo, necesario. Comencé a escribir La hija de la vejez cuando se conjugaron todos estos elementos.
¿Hubo algún bloqueo, algún momento en que pensaste que no podrías seguir?
No, bloqueo no. La previa llevó mucho tiempo, no podía verlo, no sabía qué hacer con todo eso. Una vez que me largué a escribir la novela, el proceso fue continuo hasta terminarla “por primera vez”, porque la dejé descansar y la reescribí varias veces. Sobre todo, los cierres de cada sub-trama fueron madurando con el tiempo.
¿Qué recomendarías a alguien que comienza a escribir su primera novela?
Ante todo, leer. Leer mucho y variado. Y tener paciencia, no apurarse a empezar. Saber qué queremos escribir es muy importante, qué hay detrás o debajo de la historia que estamos por desarrollar, y cómo vamos a dar cuenta de eso en forma un poco velada. Descubrir (y decidir) la voz, el ritmo, la forma… Hay un trabajo previo, un poco intuitivo pero también de oficio que es necesario hacer. Después podrá haber cambios de rumbo, marchas y contramarchas, caminos inesperados a los que nos llevan los personajes. Pero creo que siempre es mejor visualizar antes de empezar a escribir qué es lo que queremos contar. Después, cada uno tiene su método de planificación y trabajo pero es muy importante conocer a los personajes, sus contextos y sus historias, su personalidad, por supuesto. Aun cuando mucho de eso no se va a contar, lo que se cuente siempre va a estar respaldado y va a ser más creíble si conocemos a los personajes, los ambientes en los que suceden los hechos, las épocas…
¿Fue complicado encontrar editorial? ¿Cómo te manejaste con este tema?
No tenía idea de por dónde empezar. Empecé preguntando a algunos compañeros de taller que ya habían publicado y a explorar editoriales independientes que sigo en las redes o que me recomendaron, para ver qué tipo de publicaciones hacían. Luego fui consultando a aquellas en las que me parecía que mi novela podía encajar, si recibían manuscritos y cómo se manejaban. Hay una enorme variedad. Hasta que me encontré con Enero, una editorial que también se estaba conformando y daba sus primeros pasos. Recibieron mi manuscrito, les pareció acorde a su línea editorial. Nos reunimos, hablamos bastante y nos pusimos de acuerdo para una co-edición. La verdad es que fue (es) una linda experiencia de edición, diseño, difusión y todos los pasos del proceso, con mucho compromiso y escucha. Un trabajo en conjunto que se disfruta.