Tal vez, para un escritor, la suerte consista en que se le haga una buena publicidad en el momento más indicado.
Nuestro arte consiste en captar la atención del lector contándole algo divertido o que merezca la pena que se le dediquen unos cuantos minutos o unas cuantas horas.
Son los acontecimientos inesperados y a menudo sin importancia los que pueden inspirar al escritor.
No hay ningún secreto para alcanzar el éxito escribiendo, salvo la individualidad o, si se prefiere, la personalidad.
Al escribir un libro, a la primera persona a la que deberías complacer es a ti mismo.
Recomiendo a los escritores que lleven una libreta para tomar apuntes. Durante los periodos estériles conviene que el escritor hojee estas libretas. (…) Quizás dos ideas se combinarán la una con la otra (…).
El arte en esencia no tiene nada que ver con la moral, los convencionalismos y los sermones.
Es sorprendente ver cuán a menudo una frase anotada en una libreta conduce inmediatamente a otra frase.
Los escritores que deseen escribir libros parecidos a los míos se encuentran con un problema extra: cómo hacer que el héroe sea simpático o, al menos, que sea razonablemente simpático.
La pasión del público por la justicia me resulta aburrida y artificial, porque ni a la vida ni a la naturaleza les importa que se haga o no justicia.
Sentir orgullo por el propio trabajo es esencial, y si uno permite interrupciones y acepta invitaciones, su orgullo se va empañando poco a poco.
El escritor debe sentirse integrado en el libro mientras lo esté escribiendo.
Escribir es una forma de organizar la experiencia y la vida misma, y la necesidad de hacerlo sigue estando presente aunque no se tenga público.
Hay principiantes capaces de llenar 200 páginas en un abrir y cerrar de ojos, pero muchas veces el editor hace el trabajo que ellos deberían haber hecho, señalando incongruencias y actos que no se ajustan al carácter de quien los realiza. Escribir así refleja tanto pereza como falta de sensibilidad.
Los escritores deberían aprovechar todas las oportunidades de aprender cosas sobre las profesiones de otras personas.
La propia prosa no debe considerarse sagrada. [Respecto a cambiar o eliminar párrafos]
Los escritores jóvenes deberían hacer algo nuevo, no por la novedad en sí, sino porque su imaginación es fresca y libre.
La intuición no es algo que se encuentra en los libros de psicología; la tienen todas las personas creativas.
La moral y el comportamiento social cambian con el paso de los decenios, pero los guionistas de cine y televisión siguen aprovechando las obras de Henry James porque James siempre contaba una buena historia.
Fuente: Highsmith, Patricia, Suspense: cómo escribir una novela de intriga, Anagrama, Barcelona, 2003.