Por W.G. Sebald
Tengo unas dudas tenebrosas acerca de lo que hago, tanto desde un punto de vista moral como desde uno estético. Escribir cada vez me cuesta más. Es muy característico de un determinado tipo de autor volverse cada vez más escrupuloso, sentir el pánico de ya no tener nada que contar, de hablar siempre de las mismas cinco cosas, al no saber de nada más. Pánico de repetirse en el lenguaje y en las ideas, y de escribir una frase que ya se había escrito. A veces, tengo la sensación de que debería dejar de escribir, de que ya basta.
Seguramente también es un problema evolutivo, en el sentido de que para los autores del siglo XVIII escribir fue más fácil que hoy día. No existía hasta este punto la reflexividad sobre el trabajo propio, que comenzó con Flaubert, y la manera cómo se maltrató él mismo escribiendo. Rousseau y Voltaire, en cambio, se lanzaron alegremente a escribir, a seguir adelante, a mejorar la sociedad, a ilustrar.
Es definitivamente posible que la sintaxis y la gramática desaparezcan y el idioma se convierta en algo gesticulante. Si leo a Voltaire o a autores alemanes del siglo XVIII, tengo la impresión de que la hipotaxis idiomática, la dependencia de una proposición de la otra, estaba mucho más desarrollada que en la actualidad. Si usted lee detalladamente la prosa contemporánea, también de literatos serios, se dará cuenta de que con frecuencia algo falla en la sintaxis.