Por Gioconda Belli
Todo es algo misterioso. Hay una imaginación desbocada en cada poeta. La imaginación es lo principal en toda creación. Son cosas no premeditadas. Hay una noción de no repetir, de que la poesía no puede estar llena de lugares comunes. El reto del poeta es cómo decir algo con una voz nueva. Es el desafío constante. A medida que te haces más poeta y escribes más el desafío es mayor. El otro día pensaba que a medida que uno envejece las emociones ya las ha vivido. Alguien me preguntó si me quedaba algo por vivir. Yo siento que me queda mucho por vivir, aunque sea el miedo a la pandemia, la incertidumbre que tenemos en el mundo es una emoción nueva. Sócrates decía: no hay ideas nuevas sino formas nuevas. Esa forma nueva es el desafío que tenemos los escritores cuando hablamos de la realidad porque va cambiando la sensibilidad de la época.
Mi obra está definida, como dije en El país bajo mi piel: Dos cosas decidieron mi vida, el país donde nací y el sexo con que vine al mundo. Es definitorio. Si las emociones pueden repetirse o no ser tan nuevas o renovarse, hay cosas que no cambian. Yo no me he vuelto otra cosa que mujer y Nicaragua sigue siendo mi país, el que ocupa un enorme tiempo, amor y energía. «Nicaragua vos sos mi hombre con nombre de mujer», escribí. El amor que yo siento es un poco desenfrenado. Es un amor que va más allá de la política, es sensual, epidérmico. Por otro lado, mi ser mujer ha sido un desafío de cómo te afirmas en el mundo, de cómo vos sos y no te dejas envolver por todo ese programa del deber ser. El deber ser para la mujer es fortísimo. Yo viví los años sesenta de revolución y empecé a leer literatura de la liberación. Me volví feminista porque tuve una madre, aunque ella no se hubiera definido como feminista, que me transmitió valores para desafiar convenciones de mi tiempo.
La vida no es estática. Tuve la suerte de tener objetivos claros desde muy joven. No porque sea más inteligente. La vida me hizo tomar decisiones que marcaron mi vida en una dictadura. ¿Cuál es la alternativa si vos sos sensible y ves que torturan a la gente? Uno de los primeros recuerdos de mi vida fue cuando vi la sangre. Unos muchachos que vivían cerca de mi casa fueron asesinados y quedó un gran manchón de sangre. Yo tenía unos seis años y veía ese gran manchón de sangre. A ellos los vi jugar béisbol. Esas fueron cosas que me marcaron. Pero el Frente Sandinista me daba miedo, esa idea de partido, la lucha política. Mi familia era antisomosista, pero apolítica. Cuando empecé mi carrera coincidieron la literatura y el compromiso político. Con la literatura me libero, es un retrato de la sociedad que se me presenta. Escribí poesía erótica muy simbólica, lírica, pero causó un gran escándalo porque yo era mujer. No pensé que no podía escribir esa poesía. Me doy cuenta de que estoy en esa sociedad y siento la rebeldía de por qué me voy a callar; por qué si mi cuerpo de mujer es privilegiado y soy una bellísima obra de la creación tengo capacidad de dar vida, capacidad de gozar, de pensar, de amar. Para mí el cuerpo es importantísimo. Yo me volvía materialista temprano. Un día me fui a confesar y el cura quiso molestarme con preguntas de mi vida sexual con mi marido, yo tenía 18 años. Me fui del confesionario por última vez. Entonces ya había leído a Lukács y otros libros importantes me convencieron de que tenía más sentido la interpretación materialista de la realidad y que Dios era una creación humana.