Por Joan Didion
La novela y el ensayo son como el día y la noche, mejor dicho, como la noche y el día. Escribir una novela es como adentrarse en una noche muy larga y oscura. El ensayo es luminoso, su escritura tiene lugar a pleno sol. No quiero decir con esto que el ensayo sea un género fácil, no lo es ni mucho menos, sólo que escribir ensayo es una actividad racional, mientras que escribir una novela es muy parecido a soñar. En estos momentos no me siento inclinada a entrar en ese largo sueño, pero no descarto hacerlo más adelante.
Curiosamente, mi predilección por las imágenes no me ha servido para escribir guiones. La satisfacción que me ha dado escribir guiones tiene que ver con aspectos técnicos. Es algo que se me da bien, como cocinar. No tiene nada que ver con la escritura, propiamente dicha. Los guiones no contemplan la figura del lector. No está previsto que se lean. Son una herramienta al servicio del director.
[Mi idea de estilo es] economía, claridad, sencillez. No hay nada más difícil que la aparente facilidad. Una vez efectué un examen minucioso del principio de Adiós a las armas, de Hemingway. Conté las comas, los adjetivos, las frases, las cláusulas… y me di cuenta de lo complejísima que era su manera de estructurar el trabajo. Sin embargo, cuando se lee la prosa de Hemingway se tiene la sensación de que se está delante de un arroyo cristalino que discurre por un cauce de granito.