Por Augusto Monterroso
Creo que el escritor nunca debe saber cómo se escribe. Eso es malo. El saber, casi en cualquier arte determina un anquilosamiento. Lo bello del arte es el experimento, la aventura, la búsqueda. Quizá por eso es que todos mis libros son diferentes. El segundo del tercero, el cuarto del tercero, todos son distintos. No tengo dos libros que se parezcan. Eso lo hago por un afán que tengo de experimentar y una forma de ver diferentes las cosas.
(…) a partir de que un libro se publica, el escritor debe dejarlo. Como le decía antes, no puedo dar consejos pero por el contrario me gustaría recibirlos de unos jóvenes, porque el joven quizá tengo problemas de expresión, seguridad y otras cosas. Pero le repito que eso es bueno para el escritor. Así que yo prefiero escuchar consejos de los jóvenes en lugar de dárselos.
(…) No me siento en ninguna posición como para dar consejos. Creo que debe haber más intercambio, debería haber más contacto entre jóvenes, adultos y viejitos, pero lamentablemente eso no siempre ocurre. También eso lo he aprendido. Uno cuando es joven no quiere saber mucho, personalmente, de los mayores. Tal vez eso sea bueno ¿no cree? Uno se va haciendo escritor con la vida y con los propios problemas, frustraciones, trabajo y encuentros con determinadas personas. Todo eso es parte de la literatura. Ahora bien, creo que cada joven se aconseja a sí mismo, porque en cada joven puede haber dos, tres o cuatro que vivan su propia experiencia. Con su propio contacto lo pueden hacer. Cuando el escritor tiene contacto con los clásicos o con los guatemaltecos como Batres Montúfar. O con el más grande clásico latino o con Cervantes, es cuando vale su propia experiencia. Si uno compara lo que está haciendo a como lo hicieron ellos es muy probable que primero tenga un shock. Pero ese shock lo puede inducir a estudiar más y a abarcar más en el ámbito de la literatura. Esto le da la idea al escritor de que la literatura no es algo pequeño, sino algo verdaderamente inmenso. Hay tanto que navegar en ese inmenso océano de la literatura. Uno se da cuenta que no es nada, y que apenas puede llegar a una playita. Creo que es bueno estar pensando en que ha habido escritores muy grandes antes, y que uno está tratando de acercarse a ellos.