Por Marco Denevi
Me resisto a dar consejos, sobre todo a los jóvenes, quienes siempre sospechan, en el consejero, la figura de alguien que pretende dominarlos o llevarlos de las narices. De cualquier manera diré que leer es un viaje maravilloso que, liberándonos de vivir confinados en el estrecho campo de nuestras experiencias personales, nos revela todo un mundo que de otro modo no conoceríamos. O como escribió William Carlos Williams respecto de la poesía: “En los poemas no hay noticias del día, pero todos los días un hombre muere de muerte miserable por carecer de aquello que sólo está en la poesía”. Claro es que ni la poesía ni la ficción literaria deben ser autistas. Quiero decir que no deben encerrarse en un gueto donde la palabra haya perdido su poder de comunicación con quienes no sean ni poetas ni narradores. Lo mismo habría de pedirles a los ensayistas, a los filósofos, a los sociólogos. Pero por lo general se complacen en utilizar unas jergas ininteligibles para los profanos. Repitamos la frase ya clásica (y que también es de Cervantes) un poco modificada: la claridad es la cortesía de la inteligencia.