Por Patrick Modiano
He aquí también la prueba de que a un escritor lo marca de forma indeleble su fecha de nacimiento y su época, incluso aunque no participase de forma directa en la acción política, incluso aunque parezca un solitario, replegado en eso que suele llamarse “su torre de marfil”. Y, si escribe poemas, son a imagen y semejanza del tiempo en que vive y no habrían podido escribirse en ninguna otra época.
Es lo que sucede con el poema de Yeats, ese gran escritor irlandés cuya lectura me ha conmovido siempre de manera tan honda: “Los cisnes salvajes de Coole”. En un parque, Yeats está observando a unos cisnes que se deslizan por el agua:
Me ha llegado otro otoño, diecinueve
desde que conté el primero;
vi, antes de haber terminado,
de pronto a todos remontar el vuelo
y que en grandiosos anillos al dispersarse giraban
con estruendo de sus alas.
[…]
Sin rumbo ahora el agua inmóvil surcan
misteriosos y bellos;
¿entre qué juncos construirán sus nidos?,
¿en qué orillas de estanques o de esteros
deleitarán otros ojos cuando un día abra los míos
y descubra que se han ido?
Los cisnes aparecen con frecuencia en la poesía del siglo XIX, en Baudelaire o en Mallarmé. Pero este poema de Yeats no habría podido escribirse en el siglo XIX. Por su peculiar ritmo y por su melancolía pertenece al siglo XX e incluso al año en que se escribió.
Sucede también que un escritor del siglo XX se siente a veces apresado en su tiempo y que la lectura de los grandes novelistas del XIX -Balzac, Dickens, Tolstoi, Dostoievski- le infunde cierta nostalgia. En aquella época el tiempo fluía de forma más lenta que hoy, y esa lentitud estaba más a tono con el trabajo del novelista porque podía concentrar mejor la energía y la atención. Luego, el tiempo se aceleró y avanza a trompicones, lo que explica la diferencia entre los recios macizos novelísticos del pasado, con arquitectura de catedral, y las obras discontinuas y fragmentadas de hoy en día. Desde esa perspectiva, pertenezco a una generación intermedia y siento curiosidad por saber cómo las generaciones siguientes, que nacieron con Internet, móvil, correos electrónicos y tuits, expresarán mediante la literatura el mundo al que todos están permanentemente “conectados” y en el que las “redes sociales” menoscaban esa porción de intimidad y secreto que era aún, hasta hace poco, un bien que nos pertenecía, ese secreto que daba hondura a las personas y podía ser un gran tema novelesco. Pero no quiero dejar de ser optimista en lo referido al porvenir de la literatura y estoy convencido de que los escritores del futuro garantizarán el porvenir tal y como lo han venido haciendo todas las generaciones desde Homero…
Patrick Modiano
Discurso en la Academia Sueca
Estocolmo, 7 de diciembre de 2014