Por Philip Roth
Vivo solo, no tengo a nadie de quien responsabilizarme o con quien pasar el tiempo. Mi agenda es absolutamente mía. Normalmente, escribo todo el día, pero si quiero vuelvo al estudio al final de la tarde, después de cenar, no tengo que sentarme en el cuarto de estar porque haya alguien que haya pasado el día entero solo. No tengo que sentarme allí y ser entretenido o divertido. Vuelvo para allá y trabajo dos o tres horas más. Si me despierto a las dos de la mañana -esto ocurre raramente, pero a veces ocurre- y algo me ha aparecido, enciendo la luz y escribo en mi dormitorio. Tengo estas pequeñas cosas amarillas por todos lados. Leo hasta la hora que quiero. Si me levanto a las cinco de la mañana y no puedo dormir y quiero trabajar, me voy al estudio. Y trabajo, estoy de guardia. Soy como un médico en urgencias. Yo soy la emergencia.
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Salvo algunas pocas excepciones, cada uno de mis libros fue un calvario. Hay oficios muy pesados, ¡y escribir es uno de esos! Si el libro no te agota al escribirlo, entonces dudo de su calidad. Por ejemplo, Patrimonio. Una historia verdadera: lo escribí a medida que avanzaba la enfermedad de mi padre. Lo veía todos los días y estaba tan movilizado al final del día que no quería ver a mis amigos, ni mirar un partido de baseball, ni nada. Lo único que podía hacer era escribir, pero sin saber que estaba haciendo un libro… Entonces no lo concebí en el dolor, pero tampoco en la felicidad. El libro que más me divirtió, con el que todavía me río, es El teatro de Sabbath, en el que pongo en escena a un personaje desprovisto del sentimiento de vergüenza y que blasfema contra la gente decente.
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Lo cierto es que me gustaría tener el mismo estatus, pero no ser escritor: fue muy arduo. Cuando empezás tenés que extraer tu mejor libro de las tonterías que escribís: un trabajo muy difícil. Solo al escribir aprendés qué tipo de escritor sos. Por ejemplo, no sabía que podía ser gracioso por escrito en mis primeros tres libros. Era un joven serio que quería ser un escritor serio. Solo con El mal de Portnoy supe que podía abrir mi campo de escritura a la comedia.
Fuente: Los Inrocks