Por J.G. Ballard
Mis personajes tienden a habitar espacios psicológicos. Son durmientes que inventan extraños sueños con la esperanza de despertarse a sí mismos. La naturaleza ha diseñado brillantemente nuestros cerebros para que puedan lidiar con ambientes hostiles y peligrosos, salvajes. Esto es totalmente diferente al mundo que habitamos hoy. Es un milagro que podamos sobrevivir 24 horas. Entonces el capitalismo y la cultura del entretenimiento nos mantienen bajo control. Los seres humanos somos extremadamente peligrosos, estamos obsesionados con el dolor y la muerte (parte de nuestra herencia evolutiva) y tendemos a movernos hacia sueños imposibles.
(…) En mi ficción trato de alcanzar la verdad inconsciente que yace bajo la superficie de la mente despierta. Nuestra visión del mundo es una ilusión creada por nuestros cerebros, que ha permitido a nuestros ancestros sobrevivir día a día. Nuestro sentido del tiempo, nuestra idea de quiénes somos, hasta la inconciencia misma, todo es una ilusión. Pero ¿es incluso nuestra idea de la verdad una ilusión? La poesía, la ficción imaginativa, el surrealismo nos dan una luz más certera de lo que puede ser un mundo más real.
(…) Aun las grandes religiones brillan a través de las personalidades obsesivas de sus fundadores. Vivimos hoy en un paisaje creado por los medios de comunicación donde nada es mentira y nada es verdad. Esos medios crean nuestras obsesiones personales, la manera en que el mundo se presenta ante nuestros ojos, cómo llega a nuestro cerebro y es lo único que tenemos.