Por Sylvia Plath
Pienso que mis poemas surgen inmediatamente de experiencias sensoriales y emocionales que tengo, pero debo decir que no puedo simpatizar con esos gritos del corazón, informados sólo por una aguja o cuchillo, o lo que sea. Creo que uno debería ser capaz de tener el control y manipular experiencias, incluso las más terribles, como la locura o el ser torturado, este tipo de experiencias, y uno debería ser capaz de manipular esas experiencias con un conocimiento y una mínima inteligencia, pienso que la experiencia personal es muy importante pero sin duda no debería ser una especie de experiencia narcisista de caja cerrada y mirarse en el espejo. Creo que debería ser pertinente y relevante a cosas mayores, cosas más grandes como Hiroshima y Dachau y demás.
Siempre estuve interesada en la prosa. Desde que era adolescente, publiqué cuentos. Y siempre quise escribir el cuento largo. Quise escribir una novela. Ahora que alcancé, diría, una edad respetable, y tuve experiencias, me siento mucho más interesada en la prosa, en la novela. Siento que en una novela, por ejemplo, se puede poner un cepillo de dientes y toda la parafernalia que uno encuentra en la vida diaria, y esto lo encuentro más dificultoso en la poesía. La poesía, siento, que es una disciplina tiránica, hay que ir tan lejos y tan rápido, en un espacio tan reducido que tenés que apartar todo lo periférico. ¡Y lo extraño! Soy una mujer, me gustan mis pequeños “Lares y Penates”(*), me gustan las trivialidades, y encuentro que en una novela, puedo tener más de la vida, tal vez no sea una vida tan intensa pero desde luego más vida, y como resultado de eso me siento muy interesada en escribir novela.