Por Ingeborg Bachmann
“Cuando se habla de los problemas de una época se denomina con demasiada facilidad uno de los complejos más funestos. Todos piensan que conocen los problemas de la época, pero la pregunta realmente es si en todas las épocas escritores importantes no miraron detrás de las bambalinas que esos problemas constituyen, y así empezaron a descubrir los verdaderos problemas. En conclusión, no sólo hay que plantear estos problemas. También hay que seguir descubriéndolos y esto es mucho más difícil. Sólo entonces se los puede encarar.”
“Cualquiera puede escribir algo sobre la guerra. Y la guerra es siempre horrible. Pero escribir algo sobre la paz, sobre lo que nosotros llamamos paz, ahí está el desafío. Porque lo que nosotros llamamos paz es la guerra. La guerra, la verdadera guerra, no es más que el estallido de esa guerra que es la paz.”
“Cada época exige una expresión. A pesar de esto es natural que siempre se vuelva a hacer la pregunta: ¿Y para qué poetas en tiempos de indigencia? Es una frase de Hölderlin. Por consiguiente, esta pregunta fue formulada hace mucho.”
“Quiero ser inteligible, quiero serlo cada vez más, pero esto no excluye la sutileza, por momentos cierta dificultad de comprensión. Precisamente para esos lectores que no conocemos y que uno desea que sean muchos, y sucede que a uno le da más satisfacción un lector un poco torpe que uno experimentado, escaldado, porque al primero todavía es posible abrirle los ojos. Hace poco en una librería de Basilea se me acercó un campesino suizo y me dijo en forma atropellada que le había gustado mi lectura de poesía y que ahora quería comprar mis libros, pero se preguntaba y me preguntaba si no serían demasiado elevados para él que, a diferencia de la gente que había asistido a la lectura, nunca había ido a la escuela. Realmente no sé qué pasará con su lectura. Podría resultar un fiasco. Pero pienso en él como representante de muchos otros, insegura, siempre con dudas acerca de si he encontrado lectores, los he ganado o los he perdido.”
“Si uno compara el lenguaje con una ciudad, encuentra que hay en ella un casco antiguo al que se van agregando barrios nuevos, y por últimos están las estaciones de gasolina y los caminos de acceso; en comparación con el casco antiguo los suburbios de la ciudad quizá nos parezcan feos, pero todo se integra y conforma una ciudad actual.”
“Un escritor no puede en absoluto servirse del lenguaje como lo hace un periodista. Hay una idea que me gusta: Hice un prisionero y ya nunca más me dejará libre. Es una imagen bastante inteligente para dar cuenta de la relación que un escritor tiene con el lenguaje. El hecho de ver la palabra de otra manera, una palabra asilada (cuanto más de cerca se mira, desde más lejos nos devuelve la mirada), está preñado de muchos enigmas. Por eso un escritor no puede servirse del lenguaje que ha encontrado, es decir, de las frases, sino que debe reescribirlo después de haberlo destruido. Y el lenguaje que hablamos y el que hablan casi todos es un lenguaje de frases que, a menudo, me resulta enigmático. Nada más enigmático que lo que se dice en conjunto con esas frases prefabricadas.”