Por Claire Keegan
“Hay una gran tradición del cuento en Irlanda, pero poca gente que se dedica a escribir relatos porque es difícil ganarse la vida. Yo lo hago, pero sé que tuve mucha suerte, mis cuentos cayeron en las manos indicadas en el momento apropiado y me han llevado por todo el mundo”.
“Un cuento tiene varias capas: la más expuesta, por donde pasa todo o nada, y por debajo, varias corrientes distintas de lógica emocional, que si tienen sentido lo adquieren al final”.
“La mayoría de mis historias no son autobiográficas, pero me gusta mucho que la gente lea los cuentos pensando que me pudo haber pasado a mí. Un consejo muy común que se les da a los escritores es que escriban sobre lo que conocen, pero a mí me interesa más escribir sobre lo que no conozco”.
“Para mí cualquier forma de arte, cualquier libro, es una crítica a la cultura y a la sociedad en la que fueron creados. Y este libro es una crítica sobre por qué la gente se junta, por qué se forman las parejas. Es una crítica al matrimonio en sí mismo, al hecho de que en un momento de la vida te vas a casar y vas a tener hijos. En mi experiencia, la mayoría de las familias que conocí, incluso mi familia, no era feliz. Nunca creí en el matrimonio como un camino hacia la felicidad. Para mí es más valiente estar solo que estar en una relación. Casarse por imposición no resuelve el problema de la soledad. Lo que yo cuestiono es el matrimonio como una respuesta a la soledad, pero la soledad afecta tanto a los hombres como a las mujeres. Las emociones no son sexistas. Los pensamientos sí”.
“Escribo muy despacio, hago como treinta borradores de una historia, me lleva mucho tiempo convertir una historia en cuento. Para transformar una historia en un cuento, hay que sacarle muchas cosas de modo que parezca que el cuento se desmorona, pero sigue ahí. Una buena historia es la que está casi incompleta y parece frágil. Es como la diferencia entre sentarse al lado de alguien que no para de hablar, y que sabés que no va a decir nada importante, o sentarte al lado de alguien que está muy callado y probablemente te va a decir algo. Nos pasamos la vida hablando, pero la mayoría del tiempo no decimos nada. Un cuento revela lo que no se dice”.
1 Comment
Que buena reflexión, el matrimonio en mi cultura chilena, es una institución muy difícil de evadir, todos los caminos te llevan a el.
Yo me casé con una mujer porque deseaba ser Padre, ella tenía un hijo de tres años de su relación anterior, eso me cautivó, comenzaron a llegar nuestros hijos biológicos y la verdad, me hizo bastante feliz, primero Matias próximo a sus cuarenta años, Catalina, Tomás y Vicente de treinta.
Ser padre fué un desafío grande, traté de darme por entero a esa tarea, no exenta de dificultades pero por sobre todo, unos años de renunciar a mis anhelos personales para ser un hombre feliz.
La relación terminó de una forma hedionda, me echaron de mi casa y tuve un proceso de transformación personal con bastante ayuda, me comencé a conectar con una libertad sabrosa, amorosa, generosa, que me atrapó como una nueva forma de vivir.