Por Julian Barnes
Cuanto más reflexiono sobre la novela, más me doy cuenta de que no ha tenido una progresión lineal. El Quijote, por ejemplo. ¿Hay mayor ejemplo de posmodernidad? Da lo mismo cómo lo llamemos. Mi impresión sobre la novela en el siglo XXI es que estamos varios sentados en una mesa redonda y la afrontamos desde diferentes y múltiples ángulos. La música, por ejemplo, el arte, igual. No creo que hayamos aprendido las lecciones que nos da Bovary, pero tampoco que no hace falta que las tengamos en cuenta. Las lecciones están ahí, aún vivas, y depende de nosotros que las sigamos o no, lo mismo que sin querer puedes estar influenciado por un libro que no has leído.
Cuanto mayor me hago, menos me fío de la memoria. No creo en ella como una representación de la realidad, cuanto más envejezco, más me obsesiona. En Nada que temer, también me ocurre eso. Y es un libro sobre la muerte. Discutí mucho con mi hermano filósofo mientras lo hacía. Él cree que la memoria personal es una base muy frágil para la verdad. Los filósofos no son muy prácticos, sencillamente lo que ocurre es que yo cuento con una memoria más fiable. Pero ahora, confío menos en eso. Sobre todo en nuestros mejores recuerdos, porque nos engañan resultándonos en apariencia más vivos.