Por Muriel Spark
Escriba de forma privada, no pública, sin miedo ni timidez, hasta el final de la carta, como si no fuera a ser publicada nunca, de modo que su verdadero amigo la lea una y otra vez y luego desee recibir más de esas encantadoras cartas suyas. Usted no escribe acerca de la relación entre él y usted; eso lo da por sentado. Solo le confía una experiencia que usted cree que solo él disfrutará leyendo. Lo que tenga que contar le saldrá más espontáneo y sincero que si piensa en numerosos lectores. Antes de empezar la carta ensaye mentalmente lo que va a contar; algo interesante, su historia. Pero no ensaye demasiado, la historia se desarrollará a medida que la va escribiendo, sobre todo si se la escribe a un amigo especial, hombre o mujer, para hacerlo sonreír, o reír, o llorar, o lo que quiera, siempre y cuando sepa que la interesará. No olvide que no debe pensar en el público lector, eso lo desanimaría.
Fuente: Spark, Muriel, Muy lejos de Kensington, La bestia equilátera, Buenos Aires, 2018.