El miércoles 7 de septiembre a las 18:30 hs. se realizará en la sala Augusto R. Cortázar de la Biblioteca Nacional un homenaje a Hugo Correa Luna, a propósito de la presentación de sus libros póstumos Pequeños animalitos y La voz desanimada. Durante estos días, hasta la fecha prevista para el homenaje, iremos publicando en este blog algunos textos escritos por él y otros que recuerdan la figura de quien fue docente de Casa de Letras durante más de una década. A continuación, unas palabras de nuestros directores.
Por Blanca Herrera y Carlos Lutteral
Conocimos a Hugo cuando Casa de Letras recién abría sus puertas, en 2006. Pero fue en 2007 que se incorporó al equipo de escritores docentes de la escuela. Su primera intervención fue el rediseño y el dictado, conjuntamente con Jorge Consiglio, de Escritura Narrativa I, una de las materias del primer año del Programa Formativo. Hoy día esa materia se sigue dando tal cual él la delineó.
Diseñó y coordinó muchos cursos complementarios del programa central, desde encuentros maratónicos de escritura, hasta talleres breves destinados a tratar en profundidad temas específicos de la creación literaria.
Condujo varios grupos de tutoría de obra, acompañando a los noveles escritores en la producción, tanto técnica como literaria de sus textos personales.
En 2012, cuando fundamos la Escuela de Escritura Online, lo convocamos a integrarse al grupo que iba a diseñar el primero de los tres años del programa. Y fue el autor de varias de las unidades temáticas que hubo que escribir para cumplir con la metodología asincrónica del aula virtual. El lenguaje, el tono, la proporción entre desarrollo teórico y ejemplos prácticos, de las unidades que Hugo tuvo a su cargo, fueron los seleccionados para la redacción de las demás unidades temáticas que completaron el programa.
Como maestro, con el correr de los años su figura fue creciendo entre sus alumnos, que han valorado su talento, su generosidad a la hora de compartir saberes, su minuciosa mirada al corregir ejercicios, su respeto irrestricto por el trabajo de cada uno.
Estuvo con nosotros hasta el final y en todo: desde las charlas abiertas de presentación de la escuela y su programa, hasta las lecturas públicas, entregas de diplomas, brindis de fin de año. A lo largo de catorce años, su calidad humana, su experiencia, su criterio, su comprensión cabal de la misión de Casa de Letras, hicieron que Hugo se transformara en el referente indispensable en cada una de las decisiones que, desde la dirección, tomamos para la escuela.
Pasa el tiempo, las cosas cambian y te seguimos extrañando, Hugo.