Por Anne Carson
Cuando eres joven puedes hacer cosas que no haces con más edad. No puedes ser sencillo otra vez. Quiero decir, sencillo en el mejor sentido de la palabra. Si releyeras los ensayos que escribiste en tu juventud, algunos te parecerían profundos y desearías poder escribir así ahora, pero no es posible. El río arrastra cosas a su paso y se ensucia. Es imposible escribir cosas limpias cuando eres viejo.
(…)
La gente tiene un problema con esa frontera entre la dimensión académica y la dimensión creadora, pero yo nunca he tenido ese problema porque en la práctica no las separo. En mi escritorio los proyectos académicos y los, digamos, creativos comparten espacio, y me muevo o traslado frases de unos a otros, y así hago que se impregnen mutuamente. De modo que las ideas en ambos casos no son tan distintas.
(…)
La forma surge de la cosa misma. No son formas que vengan de otro lugar sino que están ahí dentro. Tienes que jugar un poco hasta que encuentras la forma, y a partir de ahí sólo te resta seguirla.
(…)
Cuando escribo, por lo general me dedico a buscar la forma, y si los primeros días no la encuentro entonces abandono el texto.
(…)
No soy una persona con oído musical. A veces hago versos con cierta gracia, pero en general tienden a ser bastante toscos. Pienso que, en parte, tiene que ver con mi educación académica y con haber escrito tanta prosa, pero también es algo innato (o tienes oído o no lo tienes), así que puedo luchar contra esta limitación, pero a fin de cuentas nunca seré una persona que escriba hermosos sonetos musicales. Eso no va a pasar, así que tengo que hacer otra cosa, algo de tipo narrativo.
(…)
Los hechos son un sustituto de las historias. Los hechos me son útiles porque no tengo historias en la cabeza, así que, en ausencia de historias, siempre puedes hablar de los hechos para pasar el tiempo, ¿no? Aunque no sé si tiene algo que ver con la fragmentación…
(…)
Hay una diferencia entre el exterior y el interior del libro. Dentro del libro hay un territorio donde emergen los asuntos que no se pueden controlar y que exigen ser expresados. Fuera del libro –la portada, las entrevistas, etc.– hay un área donde me esfuerzo por ejercer un cierto grado de control. Lo que termino escribiendo en el interior no está realmente en mis manos.