Por Luciana Czudnowski
Una librería de película. Esa es la impresión al entrar en “El Glyptodón”, ubicada en Ayacucho 734. Junto con los más de 50.000 libros, en cada rincón de esta librería anticuaria hay objetos de lo más variados que ayudan a crear un lugar ideal para bibliófilos: lámparas, cuadros, espejos y adornos antiguos. También, por supuesto, el inconfundible olor a libro viejo.
Con la supervisión de Alejandro López Medus, su dueño, se puede acceder al sector de volúmenes antiguos donde es posible hojear primeras ediciones en español o en inglés de libros de Kipling, Dickens o Hemingway. También es un placer poder abrir tomos de varios siglos atrás, como “Argonáuticas”, el poema épico de Apolonio Rhodi, bibliotecario de la mítica Alejandría (en una edición del siglo XVI). Está permitido tocar esas reliquias, recorrer las letras doradas grabadas en los lomos añejados. Fiel a su oficio, con el ojo atento al material que puede conseguir, López Medus también cuenta con elementos para restaurar viejos volúmenes y ponerlos en condiciones para la venta.
En “El Glyptodón” hay secciones de narrativa, poesía, filosofía, arte, cine, y novelas sobre libros. Otro dato interesante es que además de comprar libros, se los puede consultar de manera gratuita ya que cuenta con dos mesas de lectura.
En su sitio web es posible encontrar más de 20.000 libros del catálogo.
En el primer piso hay un sector de libros en inglés, alemán, francés e italiano y una colección de libros de teatro. López Medus celebra la reunión de estos viejos desconocidos que comparten estantes; quién sabe por cuántas manos pasó cada uno de los libros, y poco importa porque ahora están reunidos ahí, a la espera de que algún curioso pregunte por ellos y los saque a dar una vuelta.