1. No te inventes excusas.
“No tengo paciencia, no me trago lo de los Miltons desconocidos y mudos. Creo que si uno está poseído por algo que necesita decir, va a escribir. Uno puede culpar a muchas cosas a la hora de no trabajar. Tengo oído decir: “bueno, si no estuviera casado y con hijos, sería un escritor” o “si pudiera parar con lo que estoy haciendo, me pondría a escribir”. No me lo creo. Creo que si vas a escribir, vas a escribir, y nada podrá pararte”.
2. Inspírate en otros escritores.
“Creo que el escritor es completamente amoral. Él toma todo lo que necesita, cuando lo necesita, y lo hace de forma abierta y honesta, porque espera escribir algo lo suficientemente bueno para que después otros tomen prestado de él, y él les da la bienvenida a esos futuros escritores, de la misma manera que siente que sus mejores predecesores le dan la bienvenida a él”.
3. No te preocupes por el estilo.
“Creo que cada historia exige su propio estilo en gran parte, por lo que el escritor no tiene que preocuparse por eso. Si está reflexionando sobre el estilo, entonces escribirá algo precioso y vacío de contenido”.
4. Mantén un concepto inclusivo de la “propia experiencia”.
“Para mí, la experiencia es cualquier cosa que hayas sentido. Puede provenir de los libros, de una historia suficientemente viva y verdadera como para emocionarte. Uno no necesita hacer todo lo que hacen los protagonistas de sus libros, simplemente sentirlas como verdaderas, entender el sentimiento que les mueve a actuar así. Eso es experiencia para mí. Por eso, para mí, es imposible escribir algo que no venga de la propia experiencia, porque todo lo que he leído, oído, sentido e imaginado es parte de la experiencia”.
5. No agotes tu imaginación.
“La única regla que tengo es dejarlo mientras estoy en la cresta de la ola. Nunca te fuerces a escribir. Déjalo mientras lo que escribes está siendo bueno. Entonces es más fácil retomarlo al día siguiente. Si te agotas, entrarás en un terreno muerto y después te costará salir de él”.