Baudeleriana
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Suicídense
por favor suicídense
por asco por locura
por resentimiento por narcisismo
para no dejarse morir lentamente
por asombro ante la maldad
por soledad
por amor
dentro de lo posible por amor
pero por favor
suicídense.
Y si alguien les pregunta
qué hora es
respondan sin dudarlo
es la hora de suicidarse.
José Sbarra
Por Natalia Consiglio
Escuché el nombre de Sbarra por primera vez seguido al de Vicente Luy. El primer libro que saboreé de este último fue Poesía popular argentina. Lo conseguí en la plaza de la Biblioteca Nacional, en una feria de editoriales independientes. Caí en su atmósfera por completo. Lo leía en el tren de Suárez, yendo al laburo por la mañana. Iba pedaleando hasta Retiro, me subía en el furgón y leía hasta llegar a Coghlan. La situación significaba placer, una inyección de profundidad a la corteza de lo cotidiano.
Un tiempo después me encontré con Sbarra. En Casa de Letras circula El Ansia, revista de literatura argentina dirigida por un profesor de la casa, José María Brindisi. Conociendo el universo de Leo Oyola, vi su selección de Sbarra y volví a caer de cara contra el pavimento ante personajes como Marc, la sucia rata. Entre Los pro y los contra de hacer dedo, se encontraba este poema que elijo hoy. Simplemente me atravesó su sencillez, su honestidad y su romance aún estando todo perdido. Siento en este poema la fuerza de una sentencia, de una declaración de amor.
Lo que encuentro en común entre los dos poetas es su extrema sensibilidad, su inocencia, sumergidas en la conciencia de una realidad desesperada y preciosa en su decadencia. Ambos van directo a la herida abierta, sin rodeos y hablándole a la calle.
¿Por qué llamamos inhumano a lo humano?
¿Por qué insisten en llamar inhumano a lo humano?
Porque de eso se trata; de instalar
una realidad paralela.-
(88)
Vicente Luy