“All in all it’s just another brick in the wall.”
“Después de todo, no es más que otro ladrillo en la pared.”
Pink Floyd
Por Inés Busquets*
El uso de la palabra muro empieza a compartir significados. Uno contracultural y clandestino. Otro emergente pero institucionalizado.
Límites. Murallas. Grandes divisiones para pequeños espacios. Rústicas o bellas estructuras verticales que nos indican hasta donde llegar. Inmensos lienzos blancos. Festival de texturas, tamaños y colores. Según el arquitecto suizo Le Corbusier “El espacio edificado es la imagen fiel de una sociedad.” Una sociedad que muestra su historia y su presente a través de sus paredes.
Ladrillos con dueño. Muros apropiados sin permiso. Aerosoles que no distinguen reglas, solamente manifiestan el placer de comunicar.
Clandestino pero real, la técnica del graffiti nos permite reconstruir otras voces, trazando una línea histórica de pensamiento colectivo, aportando un capital simbólico y materializando un relato palpable para los ojos de la ciudad.
Comúnmente denominamos graffiti a cualquier inscripción o garabato. Sin embargo, desde los estudios lingüísticos y comunicacionales está considerado como una práctica discursiva que se caracteriza por elegir como soporte una superficie que no está destinada para ser espacio de escritura. Asumiendo un carácter transgresor por utilizar un lugar no legitimado. También podemos destacar que el término graffiti se origina para denominar las inscripciones y dibujos encontrados en la antigua arquitectura romana. Puesto que en las paredes de Pompeya se descubrieron miles de mensajes que databan de la época en que los romanos ricos utilizaban esa ciudad como sitio de descanso y esparcimiento.
En fin, la historia de esta técnica continúa en el mayo francés del 1968 como señal de protesta y en Estados Unidos de la mano del movimiento hip hop que lo utilizó como medio para identificarse, incorporando el aerosol para enriquecer la práctica. Por último, encontramos la “pintada” destinada a fines políticos y sindicales.
De esta manera, desde su carácter contracultural fue dejando sus huellas y continúa vigente en cada esquina cuando, al despertar, nos encontramos con un nuevo mensaje.
Según un estudio realizado por la Universidad de Costa Rica, Bernal Herrera asegura: “A mayor deseo de hegemonía cultural por parte de las culturas dominantes, mayor importancia de las contraculturas que se le oponen.”
Muro institucionalizado
La expansión del lenguaje, la capacidad de reconocer como texto a todas las cosas nos permite descubrir nuevas maneras de comunicarnos. Novedades tecnológicas, significados que nacen de la misma condición necesaria de su existencia y comienzan a formar parte de la cultura dominante. Entonces, las incorporamos a nuestra vida cotidiana ampliando nuestra competencia lingüística y dando lugar a los nuevos usos para las mismas palabras. Así sucedió con la palabra muro. Hoy resignificada como soporte de la red social facebook para comunicarse en el mundo virtual.
En virtud de esta incorporación del Facebook en la vida cotidiana, el muro ya es más que un ladrillo en la pared, ha logrado a través de su arquitectura imaginaria una nueva realidad, como define Jean Baudrillard: “No se trata aquí de imitar, ni de duplicar, ni de simular la realidad. En la ‘realidad virtual’ no hay artificialidad, porque lo artificial copia o imita la realidad, sino un simulacro, donde la representación mediática precede y determina lo real, traza una nueva topografía del entorno percibido como realidad. “
Dos muros. Uno real. Uno virtual. Compatibles pero diferentes. El real es resistencia. El virtual es coincidencia. En el maravilloso juego del lenguaje esta convivencia se vuelve posible solamente por los contrastes que los sostienen. En el graffiti no hay intermediarios sólo un emisor, un código y múltiples receptores. En facebook el canal es un ojo que no vemos, es un gran hermano que escucha nuestra confesión. Es un gigante que se nutre porque los consumidores lo alimentamos. En tanto juega con nuestra avidez por expresarnos. Mientras, sin querer, le ofrecemos hasta nuestra propia libertad.
El simulacro extiende sus redes intentando invadirnos. Las frases efímeras se dispersan y superan la velocidad de lo humano. Todo nos conduce al olvido. Hasta que la luna despierta los pinceles iluminando unos trazos perfectos sobre muros desprolijos; cristalizando, una vez más, que el aura sólo se encuentra en ese muro donde el artista dejó su huella y reveló la realidad.
*Licenciada en Comunicación Social, alumna de la Escuela de Escritura Online de Casa de Letras.