Por Roberto Bolaño
Yo creo que la mejor poesía de este siglo está escrita en prosa. Hay páginas del Ulises de Joyce, o de Proust o de Faulkner, que han tensado el arco como no lo ha hecho la poesía. Es donde realmente te das cuenta de que el escritor se ha metido por una senda donde nadie antes se había metido.
Y yo haría una precisión acerca del éxtasis baudeleriano respecto del rimbaudiano. Baudelaire es “el” poeta. Pero es el poeta adulto. Y yo hablaba del poeta adolescente. Baudelaire sabe muy bien lo que está haciendo, sabe que está innovando, maneja la técnica de una manera soberana, es dueño de todos sus recursos. Y en ese sentido no es frágil, es una roca, es fuertísimo, es como Whitman… Si bien no se parecen en nada, son escritores que, aunque aparentan ir por la desmesura, en realidad son de un gran sentido común. En el centro de la literatura básicamente está el sentido común. Baudelaire, que era un drogadicto y un borracho, es un pater familias, el abuelo sensato que nos muestra el camino y sus herramientas para abrirlo. A partir de él ese camino queda no sólo abierto sino pavimentado. Rimbaud y Lautreamont son los dos poetas adolescentes absolutos en los que la pureza es tal que quien se atreva a tocarlos se quema.