Por Juan José Saer
Creo que escribo contra Borges en la medida en que su influencia ha sido para mí tan grande, reconozco todo su genio, pero también sus limitaciones. Lo que Borges no puede hacer es lo que nos ha dejado a mí y a todos. Escribo contra Borges en la medida en que trato de tener un universo que tenga su misma autonomía y su misma intensidad, que puede ser equiparable pero no comparado.
Por ahí se me escapan cosas de Borges, en el último libro aparece la palabra “irrealidad”, sé que es uno de mis temas pero yo tengo que decirlo de otra manera; hablo de ese tipo de elaboración formal.
David Viñas hablaba de otra manera de escribir en contra: la literatura como venganza. En ese sentido, escribo contra mucha gente que creo que bastardea, es tonta, es doble, no tiene una línea ética ni estética porque vende todo eso como literatura a la gente.
Digo que escribo contra Borges por problemas míos, no de él. Es una lucha denodada porque está muy próximo y su influjo es muy grande. Cada vez que lo leo digo: “no me va a gustar”, y me gusta cada vez más. ¿Con quién escribo yo? De los argentinos del presente, los dos escritores con los que pienso puedo dialogar son Antonio Di Benedetto y Ricardo Piglia. Respiración artificial es la única narración argentina de los últimos tiempos que me interesa discutir porque presenta seriamente los problemas narrativos: cómo entrar en relación con lo real, cómo resolver problemas de referente, de tipo gnoseológico, epistemológico, no macanear, no decir “me encontré con fulanita y la quiero mucho y somos guerrilleros los dos”. Son todas las nociones que hay que poner en tela de juicio. Lo real es espeso. Creo que el libro de Piglia se iba a llamar La prolijidad de lo real; también seguramente no lo puso porque dijo: “No, a ese viejo tengo que sacármelo de encima”.