Por Neil Gaiman
Tomas tus ideas de preguntas simples. La más importante es sólo ¿Qué pasaría si…? (¿Qué si despertaras con alas? ¿Qué si tu hermana se convirtiera en un ratón?…).
Otra cuestión importante es “Si tan sólo…” (Si tan sólo pudiera encogerme al tamaño de un botón. Si tan sólo un fantasma hiciera mi tarea).
Y luego están las otras: “Me pregunto…” (Me pregunto qué hace cuando está sola…) y “Si esto continuara…” (Si esto continuara los teléfonos comenzarían a hablar entre ellos y se desharían del mediador…) y “¿No sería interesante sí…?” (¿No sería interesante si el mundo estuviera gobernado por gatos?)…
A menudo las tramas se generan cuando uno empieza a hacerse preguntas acerca del punto de partida.
A veces una idea es una persona (Hay un niño que quiere saber de la magia). A veces es un lugar (Hay un castillo al final del tiempo, que es el único lugar que existe…). A veces es una imagen (Una mujer cerniendo en un cuarto oscuro lleno de rostros vacíos).
A menudo las ideas vienen de dos cosas que se unen que nunca antes se han unido. (Si una persona mordida por un hombre lobo se convierte en lobo, ¿qué pasaría si un pez beta fuera mordido por un hombre lobo? ¿Qué pasaría si una silla fuera mordida por un hombre lobo?).
Toda ficción es un proceso de imaginar: lo que sea que escribas, en cualquier género o medio, tu tarea es inventar cosas creíbles e interesantes y nuevas.
Y cuando tienen una idea –lo cual es, después de todo, sólo algo de qué agarrarte mientras comienzas– ¿qué pasa después?
Bien, luego escribes. Pones una palabra después de otra hasta que esté terminado, lo que quiera que sea.
Fuente: Blog personal de Neil Gaiman