La fábrica literaria

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Antes de ponernos a escribir pasamos por una serie de “actos”, nos atraviesan  “secuencias”, etc… Las lecturas, las emociones, las cosas, las personas, los paisajes, la vida misma operan permanente en nuestras emociones y percepciones. Escribir es una traducción de todo ese enorme contenido además del que ya hemos recibido desde que nacemos.

Trabajar un autor clásico permite entrar en la materia del pasado, de algo fundante que en la curva del tiempo no deja de parecernos actual. El tiempo es una invención y la literatura, el arte en general nos permite entrar y salir a través de todas las épocas. Repito que somos como cangrejos a la hora de escribir, vamos siempre hacia atrás, hacia la evocación.

Pensar en Proust, o en Emily Brontë, de niños, leer lo que escribieron refiriéndose a la infancia es algo universal. Un niño Proust apasionado por la lectura será uno de los autores franceses más importantes del siglo XX.  Una Emily Brontë imaginativa nos hará descubrir un texto de su infancia donde está el contenido de su inmensa imaginación. Amélie Nothomb, Foenkinos, Claire Keegan, o la argentina Norah Lange serán nuestras lecturas. Con algunos disparadores teóricos de Roland Barthes. Tendremos a las Artes visuales como invitadas… Joseph Beuys.

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En cada encuentro se leerá lo que se deja como consigna. La participación es fundamental. Es un taller vivo, un laboratorio de ideas, nos adaptaremos al formato Zoom. Al primer encuentro se debe llegar con un texto escrito por cada participante. Será nuestro modo acercarnos y conocernos.