Hay dos clases de escritores: los que lo son y los que no lo son. En el caso de los primeros, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y el alma; en el caso de los segundos, el fondo y la forma van de la mano como el cuerpo y un traje.
Imposible imitar o plagiar a un escritor cuyo arte reside en las palabras. Habría que tomarse el trabajo de copiar su obra entera.
Hay que leer dos veces a todos los escritores, a los buenos y a los malos. A unos se los reconoce de este modo; a los otros se los desenmascara.
La suma de las ideas de un texto literario debe ser el fruto de una multiplicación, no de una adición.
Un signo de falta de talento literario es decir todas las cosas con la misma entonación y la misma distancia.
Los artistas tienen el derecho a ser modestos y el deber de ser vanidosos.
Habría que escribir siempre como si fuese la primera y la última vez. Decir tanto como si uno se estuviera despidiendo, pero decirlo tan bien como si uno estuviera dando sus primeros pasos.
Quien no tiene ideas piensa que sólo se tiene una cuando se tiene y se la viste de palabras. No entiende que en realidad sólo la tiene quien tiene la palabra en la que la idea va creciendo.
Aparentar tiene más letras que ser. Hay imitadores antecedentes a los originales. Cuando dos tienen una idea, no pertenece ésta al primero que la tuvo, sino al que la tiene mejor.